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Lecturas

Por acá dejamos las los textos que fuimos leyendo durante los programas

Programa 1

Lectura 

El Toki Pukem

El toki Pukem. Desde los primeros intentos españoles por conquistar el territorio mapuche el pukem o invierno significó más bien abrigo, antes que desamparo. Recién llegados, los europeos no se bancaban las lluvias interminables del Ngulumapu, tampoco los virulentos vientos marinos ni las bajas temperaturas. Entonces, volvían hacia el norte y suspendían sus atroces expediciones que, en los veranos, quemaban sembradíos y rucas, además de robar animales y esclavizar personas hasta entonces libres. Con el pukem como aliado, volvían a florecer lxs mapuche, restañaban sus heridas y se preparaban para en las primaveras, devolver golpe por golpe.
Otro tanto sucedió en Puelmapu. En el verano de 1824, la expedición que lideró el gobernador Martín Rodríguez se propuso “conocer” los campos que mediaban entre Tandil y la Bahía Blanca, es decir, hasta entonces no había baqueano bonaerense que estuviera al tanto de sus senderos, aguadas y otras intimidades. Justamente a raíz de ese desconocimiento, el ejército wingka demoró más de la cuenta y en junio o julio, todavía estaba enredado en los cañadones de Sierra de la Ventana. El luego coronel Martín Pueyrredón, consignó que todos los días se contaban entre tres y cuatro los milicos muertos de frío, literalmente. Entre los cazadores, soldados de origen afro, la mortandad llegó a elevarse a siete por día. Además, unos 60 de los agresores, retornaron lisiados porque perdieron sus pies, producto del congelamiento. El propio Pueyrredón tuvo que volver a Buenos Aires para reponerse de la enfermedad que tomó por asalto a toda la expedición. No sólo los waiki se opusieron a la llegada de los agresores. El toki Pukem hizo su trabajo.
Igual, para valorar al invierno no hace falta remontarse a historias antiguas. Quizá recuerden lxs más atentxs que no hace mucho, un ministro de la Producción, precisamente de triste memoria, explicitó su voluntad de aprovechar los valles cordilleranos para extender cultivos de no sé que soja transgénica, que iría a prosperar gracias al cambio climático. Pero no, por acá no. El toki Pukem todavía es efectivo frente a esos desvaríos.
¡Küme we tripantü!

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Texto de Adrián Moyano

Editorial 

¿Por qué hacemos un programa de radio?

 

Sentimos que ocurren un montón de cosas en el territorio que queremos contar. A veces nos las cuentan el viento, los ríos, los árboles, las aves o insectos, otras veces, personas que allí viven. Nos dan ganas de compartir estas historias.

Nos aturden los medios hegemónicos y sus lógicas mercantiles.  Sentimos que ya nos entretuvieron demasiado.

Queremos encontrar lenguajes impropios, investigar estéticas y formas para poder enredarnos con más personas y grupos. Practicar cómo tejer más voces para multiplicar discursos que estallen lo uniforme.

En tiempos de alimentos ultraprocesados y protocolos masivos, sentimos que es necesario volver a pensar en voz alta. En los silencios y en los errores pueden colarse relatos inesperados.

 

¿Por qué en radio Alas?

 

Alas tiene una historia en la cual queremos estar.  Es un espacio comunitario que llama a ser habitado y son los tipos de espacios que nos nace habitar.

La escuchamos, radioparticipamos y ya nos sentíamos parte, incluso antes de pensar en este programa. Creemos que Alas es un proyecto siempre en construcción y queremos aportar nuestro aire.

Nos gusta la gente que la escucha.

Es una radio que es parte de las resistencias, por eso toda su técnica y artística se despliega hacia las fuerzas que defienden la vida y la ñuke mapu.

 

¿Cómo surgió este primer programa?

 

Urge revisar y cuestionar el sentido común, que aunque se disfrace de neutro, viene amasado por el poder hegemónico.

Ya no es posible seguir viviendo bajo el paradigma del progreso, del capitalismo patriarcal extractivista, en tanto multiplica la desigualdad, la injusticia, los ecocidios y los genocidios.  Ya no se banca más la normalidad que nos imponen, cargada de impotencia, resignación, censura, obediencia y represión.  Nos quieren angustiadxs en un laberinto lleno de caminos ciegos con carteles de salida. 

Necesitamos encontrar otras maneras de ser humanes y otras maneras de habitar este planeta.  Planeta que por estos días da síntomas claros de un daño que no puede continuar.

Asumimos que el sistema no está sólo afuera, sino en cada une de nosotres, en nuestras prácticas, en nuestros sentires, decires y pensares, en las instituciones que habitamos y nos habitan.

¿Cómo cambiar el mundo si no cambiamos primero nosotres? Pero a la vez, ¿podemos cambiar si no cambia el mundo? Tal vez podemos salir de esta trampa si pensamos que es un camino con otres que implica vueltas, intentos fallidos y el bancarse estar perdides.  Un camino sólo imaginable con altas dosis de esperanza y permisos para la diversión.

Nos modificamos al modificar. No hay nada más falaz que la idea de individuo. Esta invisibiliza que cada acto está determinado y a su vez determina el contexto. Nos queda claro, el cambio será colectivo o no será.

En el medio de estos sentipensares nos topamos con el texto de Adrián Moyano, que nos invita a considerar de otra manera al invierno, al Pukem.

Fue el texto cobrando vida quien urdió conceptos, invocó voces de resistencia, nos condujo por senderos de sonidos y silencios.

 

Finalmente queremos contarles por qué elegimos la canción de la Trova Punk “Llueve” como el tema que abre y cierra este programa. Nos gustan sus palabras, sus rimas, su fuerza, sentimos que acompaña nuestra rabia, pero más que nada, porque nos recuerda a Elías, a quien le gustaba cantarla cada vez que podía.  Acaso como cuando nos comunicábamos con fuego en Cuesta del Ternero, entre el acampe y la Lof Quemquemtrew, algo de todo este éter también le llegue.

 

Santiago Maldonado Presente!

Rafael Nahuel Presente!

Elías Garay Cayicol Presente!

Programa 2

Lectura 

12 MAR 2021 POR PERIODICO GATX NEGRX

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Anti-editorial (#14): Destruyamos la espera

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No sentimos deseos de apoderarnos del Estado, sino de recuperar el mundo, paso necesariamente más complejo, más general, y también más gradual, menos espectacular. Nuestros métodos variarán siguiendo los hechos empíricos que encontremos aquí y ahora, allá y más tarde.

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“TÉCNICA DE GOLPEO DEL MUNDO” – INTERNACIONAL SITUACIONISTA

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Hace casi 100 años, en una realidad casi literaria, un anarquista nos decía: “Ya sé que no veré el triunfo de mis ideas, pero otros vendrán detrás más pronto o más tarde”. Unos años más tarde, en una literatura casi realista, un personaje nos decía: “No creo que podamos cambiar el curso de los acontecimientos mientras vivamos. Pero es posible que se creen algunos centros de resistencia, grupos de descontentxs que vayan aumentando e incluso dejando testimonios tras ellos de modo que la generación siguiente pueda recoger la antorcha y continuar nuestra obra”. Quizás la incertidumbre y el peso mortuorio de este presente podrían mermar si pensamos e incorporamos esas reflexiones, ese anhelo, esa esperanza —“siempre habrá alguien que recoja la antorcha”—. Sí, puede ser. Aunque si solo nos atenemos a esto corremos el peligro de convertir a la vida en un futuro continuo, ya que “la esperanza se atribuye a la espera”, y la espera nos impide fracturar el presente, degustar la revuelta cotidiana, lo desconocido que interrumpe en la vida de todxs. Afortunadamente, las grandes utopías —grandes pesadillas—, los grandes relatos del siglo XX se derrumbaron. De lo que se trata ahora, no es de vivir un futuro perfecto mañana, cuando la Revolución o la Historia se “realice”, sino de empezar a recuperar la Vida aquí y ahora. El pasado transcurrió y el futuro no existe. La lucha se disputa en un constante presente, por eso el fin debe estar contenido dentro de los medios. Entendiendo la lucha de esa forma, el Futuro deja de ser algo lejano a ser alcanzado, y comienza a ser el resultado de nuestras acciones cotidianas. No hay una meta que alcanzar, sino un presente que habitar de otra manera.

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La fractura del presente, en un contexto en el cual cada vez se hace más difícil respirar, puede relacionarse con algo de lo que hablaba un filósofo inclasificable: organizar el pesimismo. Pesimismo en tanto rechazo de las buenas voluntades de los amos, de los lineamientos de los programas políticos, de los postulados del partido del orden, de las mentiras democráticas, en fin, de la férrea creencia en la sociedad del espectáculo. Rechazar, entonces, ese “futuro más bello de nuestros hijos y nietos” anunciado en los recintos bíblicos que fusionan promesa y esperanza, sacrificio y resignación al “mal menor” efímero pero eterno. Anuncio que estanca el presente y nos inmoviliza. Anuncio donde todo será y nunca es: “Organizar el pesimismo no es otra cosa que descubrir en el ámbito de la acción política el ámbito de las imágenes de pura cepa. Ámbito de imágenes que no se puede ya medir contemplativamente”. Ya no hay contemplación, pose, discurso, delegación, representación, ideología, esperanza, mañana. Hay movimiento, complicidades, conspiraciones, acción, fuego, ahora. Y si hay desesperanza, que sea desesperanza organizada, desesperanza en movimiento que agriete las iglesias de este siglo.

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La realidad es asfixiante, aunque siempre habrá fisuras. El movimiento es constante y todo lo que se mueve, choca. En un impulso rebelde por visibilizar estas fisuras, una compañera se pregunta —nos pregunta— «¿Cómo no dejarse desganar por una maquinaria que nos quiere tristes, desanimadxs y aisladxs?”, y encuentra una posible respuesta frente a esto: algo que resquebraja a los enemigos son las alianzas. Rechazo y movimiento. Alianzas y afectos. Armas que nos cobijan del desgano generalizado impuesto por los mandatos del Capital. Armas en tiempos de promesas eternas que afilan nuestros posicionamientos en el mundo. Armas que nos empujan a preguntarnos ahora mismo cómo queremos vivir y cómo vamos a hacer para lograrlo. Armas que construyen prácticas cotidianas no recuperables no solo para quienes son el Estado, sino también para quienes aspiran a serlo.

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Que esta época del año invite a una memoria combativa contra los mecanismos dictatoriales que anularon la vida. Que esta vida invite a un presente ingobernable contra las lógicas patriarcales, coloniales, capitalistas y estatales que descartan los cuerpos.

Editorial 

En momentos en los que recrudece la tormenta terricida del capitalismo colonial y patriarcal (guerras, pandemias, extractivismos, trasfemicidios, ajuste, inflación y cuerpxs que se acuestan con hambre sumado a un largo - y no indoloro- etcétera).  En una atmósfera socioespiritual signada por el cansancio, la desesperanza y el anhelar en composé con lo permitido, nos conjuramos colectivamente para darnos aire en el itinerario de las luchas y sus tiempos. Indagamos sobre las temporalidades de las resistencias desde sus voces, cuerpxs-territorios.

La conversa con la  anti-editorial de Gatx Negrx  nos invita a "destruir la espera…". Gesto de urgencia, de necesidad vital, de deseo. Mientras nos resuena fuerte Lohana Berkins con  "el tiempo de la revolución es ahora", el ayer no lo hicimos y mañana es tarde, toda la vida es ahora....
¿Cuáles son las urgencias, las necesidades de activar ahora en las luchas territoriales?

Un poco burlada, se deja ver la imagen de pasar la antorcha, de dar la posta para que otrxs la sigan en futuros con mejores condiciones. No nos convence abonar la figura de mártir, ni vincularnos con el pasado como museo a estudiar, repetir o rendir pleitesía, sin embargo, creemos que hay fuegos en la luchas, que toda lucha tiene sus historias, sus memorias, sus experiencias acumuladas y que tal vez un otro modo de justicia, sea mantenerlas vivas, encendidas, incluso multiplicarlas, expandirlas y entrelazarlas...
¿Cuáles  son las memorias de las resistencias que nos atraviesan y nos constituyen? 
Que estemos habitando territorio ancestral ¿juega de un modo singular?
Cultivar y fortalecer los legados de esas memorias, ¿puede ser un otro modo de justicia bien distinto a las que le exigimos a los poderes?

Apostamos a salirnos de la lógica de lo espectacular, del gran evento, a desertar de las gramáticas y composiciones oficiales, a ensayar un hacer aquí y ahora incluso gradual, pausado, que podríamos ligar con el “vamos despacio porque vamos muy lejos" de los zapatistas... Puesto que "el medio es el fin", remirar lo pequeño y sus fuerzas, sus formas y potencias, revalorizar los haceres y enredarse cotidianos ya que allí se prefiguran otros posibles.
¿cómo es el día a día viditante, a veces invisible, subterráneo de las luchas y resistencias? 
¿cómo expresar los modos, habitares y  vínculos que nos gustaría vivir en las prácticas y formas de organización de las luchas?

La idea de una esperanza no pasiva, del sueño desiderativo que mueve, de la utopía activa nos insiste y persiste. No como esquema cerrado, a la manera de un plan acabado a alcanzar sino como fuerza que moviliza a rechazar la realidad digitalizada y normalizada.
¿Qué sueños motorizan nuestras luchas? ¿Qué portales de otros posibles se abren al organizarse y luchar?

Si los de arriba nos quieren tristes, desanimadxs, aisladxs y a eso se le resiste con alianzas y solidaridades que desquician al poder,  será cuestión de seguir cultivando cercanías,  aprender alguna vez a llevar y elaborar creativamente los desencuentros, tejer cuidadosa y fervientemente  comunidad, devenir territorio, hacer de las luchas y las complicidades viditantes un antídoto y destello en el que se vislumbren buenos y deliciosos convivires.
Embarrando el aire, allá vamos!

Programa 3

Programa 3

Lectura 

Fragmento de "Desobediencia, por tu culpa voy a sobrevivir"

 

Desde Bolivia, por María Galindo

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Nuestra única alternativa real es repensar el contagio.

Cultivar el contagio, exponernos al contagio y desobedecer para sobrevivir.

No se trata de un acto suicida, se trata de sentido común.

Pero quizás en ese sentido común esté todo el sentido más potente que podemos desarrollar.

¿Qué pasa si decidimos preparar nuestros cuerpos para el contagio?

¿Qué pasa si asumimos que nos contagiaremos ciertamente y vamos a partir de esa certidumbre procesando nuestros miedos?

¿qué pasa si ante la absurda, autoritaria e idiota respuesta estatal al coronavirus nos planteamos la autogestión social de la enfermedad, de la debilidad, del dolor, del pensamiento y de la esperanza?

¿Qué pasa si nos burlamos de los cierres de fronteras?

¿Qué pasa si nos organizamos socialmente?

¿Qué pasa si nos preparamos para besar a los muertos y para cuidar a las vivas y los vivos por fuera de prohibiciones, que lo único que están produciendo es el control de nuestro espacio y nuestras vidas?

¿Qué pasa si pasamos del abastecimiento individual a la olla común contagiosa y festiva como tantas veces lo hemos hecho?

Diran una vez mas que estoy loca, y que lo mejor es obedecer el aislamiento, la reclusión, el no contacto y la no contestación de las medidas cuando lo mas probable es que tu, tu amante, tu amiga, tu vecina, o tu madre se contagien.

Diran una vez mas que estoy loca cuando sabemos que en esta sociedad nunca hubo las camas de hospital que necesitamos y que si vamos a sus puertas ahí mismo moriremos rogando.

Sabemos que la gestión de la enfermedad será maormente domiciliaria, preparémonos socialmente para eso.

¿Qué pasa si decidimos desobedecer para sobrevivir?

Necesitamos alimentarnos para esperar la enfermedad y cambiar de dieta para resistir.

Necesitamos buscar a nuestr@s kolliris y fabricar con ellas y ellos esos remedios no farmacéuticos, probar con nuestros cuerpos y explorar qué nos sienta mejor.

Necesitamos coquita para resistir el hambre y harinas de cañahua, de amaranto, sopa de quinua. Todo eso que nos han enseñado a despreciar.

Que la muerte no nos pesque acurrucadas de miedo obedeciendo órdenes idiotas, que nos pesque besándonos, que nos pesque haciendo el amor y no la guerra.

Que nos pesque cantando y abrazándonos, porque el contagio es inminente.

Porque el contagio es como respirar.

No poder respirar es a lo que nos condena el coronavirus, más que por la enfermedad por  la reclusión, la prohibición y la obediencia.

Me viene a la mente Nosferatu que en una inolvidable escena, cuando ya la muerte es inminente y la peste encarnada en ratas ha invadido todo el pueblo, se sientan tod@s en una gran mesa en la plaza a compartir un banquete colectivo de resistencia. Así que nos encuentre el coronavirus, listas para el contagio.

Editorial 

En enero de 2021, cuando estalló el incendio que comenzó en Los Repollos y luego se expandió a Cuesta del Ternero y Rinconada Nahuel Pan, un grupo de personas pasamos de exigirle al Estado que actuase a autorizarnos a hacerlo nosotrxs mismxs.  Este moverse de lugar dio pie a una gesta de organización popular, que más allá de todos los errores (¿Cómo podría no haberlos si casi no tenemos práctica en autogestión, en tomar decisiones en forma horizontal?) logró contener el fuego y acompañar a lxs vecinxs rodeadxs por las llamas.

 

Pero no sólo se trató de eso, sino que muchxs comenzamos a pensar cómo vivíamos en un sistema donde se nos infantiliza, se nos confina a un lugar de espera donde estamos obligadxs a delegar a especialistas. Son otrxs quienes alejadxs de la comunidad deciden cuándo y cómo actuar. A “los buenos ciudadanos” nos queda ser pacientes, comprensivos y dóciles.

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Nos declaramos en rebeldía a ubicarnos ahí donde nos quieren.  Envalentonadxs en lo colectivo, decidimos ir por la deconstrucción de lo que nos formatea como impotentes, como clientes perpetuxs del tutelaje.

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En este camino, nos interpeló lo que solemos hacer cuando pensamos en Salud. Caímos en la cuenta que casi inmediatamente le cedemos la palabra al “saber médico”. Disciplina que parte de objetivarnos, más allá de lo piola o no que sea el/la médicx que la practica, la objetivación es una condición que le es necesaria. La medicina para poder existir, necesita de cuerpos des-subjetivados, cuerpos vueltos organismos cuya historia se reduce a antecedentes médicos.  Cuerpos iguales a otros cuerpos y referenciados a un organismo ideal.  Nada del orden del deseo tiene lugar.  La deshumanización consagrada en protocolos.

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No es la intención de estas palabras regatear potencia o valor a la medicina, sino simplemente reflexionar sobre qué consecuencias tiene cederle al modelo médico hegemónico la potestad sobre algo tan preciado.  Un monopolio gestado demonizando curanderas, prohibiendo prácticas, quemando brujas.  Un imperio de saberes y atribuciones construido sobre la demarcación nada ingenua entre lo que se pretende ciencia y todo aquello que se excluye de tan sagrada categoría. Demarcación hoy extremadamente fructífera para los laboratorios multinacionales que planifican nuestras vidas y nuestras muertes.  No es inocente que el “ejercicio ilegal de la medicina” aparezca tipificado en el código penal. “Delito” que parte de reducir toda práctica en torno al “curar”, al ejercicio de la medicina.

Humildes, pero no con poco trabajo, empezamos hoy haciéndonos las siguientes preguntas.

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¿Podrá ser un buen punto de partida reinventar definiciones de salud? ¿Acaso definiciones no centradas en la especie humana? ¿Ayudará no pretenderlas totales ni generales ni ideales?  ¿No deberíamos incluir otras dolencias al igual que otras potencias?

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Nuestro pensamiento acerca de la salud, ¿no está fuertemente anclado en la noción de individuo?  ¿Qué pasa si asumimos que el “sálvese quien pueda” es una enfermedad que genera gran parte de nuestros padecimientos? ¿Qué consecuencias tiene pensar al territorio del que somos parte sólo como escenografía, como factor de riesgo?  Pareciera poco saludable concebirnos como escindidxs del territorio, un recorte de la realidad claramente desafortunado que sólo redunda en la fortuna de unxs pocxs.

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¿Podremos pensarnos como productores y no como consumidores de salud?  La lógica de pensar la salud como algo que se tiene o no se tiene, como productos que pueden ser adquiridos en función del dinero, ¿no implica negar a la salud como un proceso especial para cada sujetx-territorio?

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Lejos de las recetas, de las repeticiones de los buenos hábitos pensados desde valores ajenos, maquinaria extremadamente moral y disciplinadora: ¿No es posible imaginar situaciones conflictivas que impliquen poner en movimiento la creatividad y potencias de cada comunidad como prácticas de salud? La dolencia de cada unx, ¿podrá pensarse como un síntoma de la comunidad-territorio de la cual forma parte?  ¿Podremos reinventarnos para que no sea El Poder quien recorte y configure nuestros cuerpos?

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Terminando este primer intento de repensar la salud, hace tiempo que quienes hacemos este programa sentimos, casi como enfermedad crónica, que nos duele el mundo. Hacemos un llamado de solidaridad urgente a lxs no-especialistas. Ayudenos a atender esta dolencia.

Programa 4

Programa 4

Lectura 

Extractos del texto del Boletín La Oveja Negra

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Algunos seguimos convencidos de la necesidad de liberarnos de la forma que ha adquirido la actividad humana bajo el capitalismo. Esta forma, que no quiere ni podría garantizar las más mínimas necesidades, vuelve al hombre mercancía y lo obliga a relacionarse con el resto de las personas y las cosas a través de mercancías, persiguiendo no la satisfacción de las necesidades y deseos humanos, sino las necesidades del Capital.

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Cuando expresamos todo esto, lo hacemos desde una visión global de la sociedad, porque son condiciones globales las que permiten este sistema de explotación, las de una sociedad separada en clases, en íntima relación con la propiedad privada y con un Estado guardián de las condiciones dominantes.

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Es desde el Capital que se busca reforzar la idea de los hechos aislados sin aparente relación, y con ello la idea del individuo libre con posibilidades de ascender socialmente, haciéndonos trabajar más y más duro. Las respuestas más frecuentes a la crítica del trabajo parten, justamente, desde esas condiciones: «pero si yo trabajo sin patrón», «yo disfruto mi trabajo», «mi patrón es bueno y hace las cosas bien», «mi sindicato me defiende», «mi trabajo me permite ayudar a la gente», etc, etc.  La verdad es que se escapa del trabajo como de la peste, y pocos pueden ocultar la expresión de su cara a la salida del yugo. Excepto algunas excepciones donde la alienación social es tan fuerte que se prefiere el trabajo al resto de la poca vida que queda —situación también generada por este mundo basado en el trabajo— la realidad es la miseria en la que vivimos la mayoría de los proletarios del mundo, empleados o no. Miseria material, pero también moral, afectiva, social. La realidad son las terribles condiciones de trabajo, las tareas sumamente alienantes, asquerosas y repetitivas que nos vemos obligados a realizar. La realidad es que no decidimos qué producir, ni disponemos de lo que producimos. Sean gigantescas empresas públicas o privadas, o pequeños productores, siempre se trata de unidades de producción aisladas, unidas únicamente por el intercambio mercantil, basándose en la obtención de la mayor ganancia posible.

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El trabajo es central para el Capital porque de él depende su desarrollo, a la vez que es central para el proletariado porque de él depende nuestra supervivencia. He aquí donde surge todo el dilema en torno al trabajo. El Capital hará todo lo posible por defenderlo y el proletariado se encuentra acorralado: lo que le permite a duras penas sobrevivir niega a la vez su plenitud, niega una verdadera actividad humana ligada a sus necesidades y las de los otros, niega la revolución, niega la comunidad humana.

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La defensa más común del trabajo asalariado como la mejor forma alcanzada por el hombre de organizar la producción, es la exacerbación progresista de las «virtudes» del capitalismo moderno.

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Pero se oculta, por ignorancia o por conveniencia, que el supuesto bienestar de una porción de seres humanos existe a condición de que la gran mayoría no puede acceder ni a soñar con ese paraíso artificial que nos muestran como la meta de nuestras vidas. Países «desarrollados» que aún viven de sus colonias, tecnología de punta basada en el trabajo infantil y la muerte en el Congo, autos último modelo corriendo con combustible manchado con sangre, y otros preciosos ejemplos de la democracia occidental.

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Mientras quieren convencernos de las virtudes del trabajo asalariado y que si trabajamos duro podremos disfrutarlas, parecieran olvidar las incesantes guerras, la contaminación, los accidentes laborales, los suicidios, los problemas psíquicos y físicos, la explotación infantil y un largo etcétera. Se dirá que todos estos son «detalles» a eliminar, sin embargo son parte constitutiva del mundo del trabajo asalariado, de su normalidad, y sin estos elementos no sería lo que es.

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La defensa del trabajo no tiene fronteras ideológicas, sutil como el orgullo de ser trabajador o extrema como un campo de trabajo nazi o estalinista, se adapta, según sea más conveniente, a las necesidades de cada tiempo y lugar para mantener funcionando la maquinaria capitalista. «El corazón a Dios, las manos al trabajo» nos dirán los curas prometiendo salvación a cambio del sacrificio asalariado, «el trabajo dignifica» nos dirán los sindicalistas y políticos de izquierda a derecha apelando a la asquerosa moral burguesa. Que quienes viven de nuestro sudor sean los portavoces del Capital no nos sorprende, pero que en muchos casos sean los mismos proletarios quienes lo defienden es lo que nos demuestra la debilidad de nuestra clase. Por eso insistimos que toda lucha que no busque criticar nuestro lugar como trabajadores contiene el peligro de defenderlo, siendo el sindicalismo uno de nuestros peores enemigos. Cuando nos dicen que nos atengamos a lo «que es posible conseguir ahora», que aceptemos «los acuerdos que logramos alcanzar», en realidad nos están diciendo que aceptemos la ideología dominante, que no vayamos a la raíz de nuestros problemas, que sigamos buscando parches.

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Es necesario comprender entonces, que las consignas como «derecho al trabajo» o «pleno empleo» son reaccionarias y utópicas. Hay que comprender la exigencia de un empleo como la exigencia de la necesidad de alimentarnos, de vestirnos, de reproducirnos… pero reivindicar «trabajo para todos», en el seno del sistema capitalista, es hacer creer que eso es posible, es ilusionar con un absurdo y es negar el carácter catastrófico del capitalismo, su descontrol sobre el movimiento que él mismo engendra.

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Por estas y tantas razones es necesario seguir afirmando la lucha contra el trabajo. Porque si el trabajo fuese algo bueno los ricos se lo hubiesen guardado para ellos y no pagarían para que lo hagamos.     

Programa 5

Programa 5

Lectura 

No hay mucho que puedas contar de tu ciudad si naciste en Trelew. No tenemos muchos famoses a excepción de algunos boxeadores que tuvieron su gloria. Tenemos un hermoso museo paleontológico, cerquita tenemos mar, ballenas, lobos marinos.

 

Les que crecemos acá, alejados por 1500 kilómetros de la capital, lo hacemos con ese sentido de alejamiento. Esa rara sensación de que la historia no pasa por acá.

 

Pero por algún perverso y extraño sentido del federalismo, el horror se repartió en cada rincón del país. Trelew no fue la excepción, y muchxs jovenxs de acá lo descubrimos en los actos del 22 de agosto. Las marchas por la ruta, con el viento que arrecia fuerte ahí donde la única vegetación qué hay no mide más de 50 centímetros, terminaban en el aeropuerto viejo: una construcción desolada y derruida que nos alojaba mientras evocabamos a les compañeres uno por uno en esa pista de aterrizaje cortada por el cielo azul y la meseta.

 

Un lugar que hasta hoy te pone la piel de gallina.

 

El pueblo de Trelew no fue un espectador pasivo de la masacre. Se organizó en una comisión de solidaridad y sus pobladores se convirtieron en apoderades de lxs presxs, alojaron a sus familiares que venían a visitarles, llevaban mantas, cigarrillos, sosiego, esperanza.

 

La comisión la conformaban radicales, peronistas, comunistas, socialistas, y militantes de los otros. De esos que no tienen un programa o una articulación de preceptos, (y quizás no lo necesiten), pero que se mueven en la vida creando redes de solidaridad.

 

Dos meses después de que fusilaran a los presos en la Base Almirante Zar, la dictadura se llevó a 16 integrantes de la comisión, y él pueblo copó el Teatro Español hasta que liberaron al último de los detenidos. De esa comisión hoy sólo quedan entre nosotres tres personas. Mejor dicho: tres mujeres.

 

Trelew no tendrá muchos atractivos turísticos, ni shoppings con escalera mecánica. Pero tiene una hazaña. Una hazaña histórica de solidaridad, organización y coraje en épocas de terror, de la que todavía podemos y tenemos mucho que aprender.

 

Hace unos días se subieron a un avión para venir a Trelew los familiares de todos los presos que no llegaron a subir al avión que iba al Chile de Salvador Allende, y entonaron un cantito que decía:

 

Compañerxs, Compañerxs

No nos pudieron vencer

Somos la memoria viva

De lxs héroes de Trelew

 

Pasaron 50 años

Y no vamos a olvidar

Que en Trelew nos enseñaron

Que el camino es la unidad

 

Raisa Giussi

Editorial 

Sentimos que, en estos tiempos, agruparse es una decisión más política que nunca y la que nos va a ayudar a encontrar otras formas de vivir.  Sin darnos cuenta vamos formando, en distintas medidas, redes de cuidados. Redes que forman comunidad. Desde pasar a ver cómo está lx vecinx hasta formar parte de una red de acompañamiento, son maneras de ir entrecruzándose con gente y de empezar a poner en práctica una forma de relacionarse con el mundo.

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Existen miles de maneras de formar parte de una red de cuidados: avisarle a una amiga si llegaste bien, llamar por teléfono a la tía todos los días para saber cómo está, producir alimentos comunitariamente, acompañar situaciones de violencia, pensar en grupo como cuidarse ante la represión. Todas y cada una de estas redes comprenden un entrelazado colectivo; nadie se salva solx.

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Sabemos que cualquier práctica colectiva requiere de su tiempo y energía, donde nos encontramos con experiencias hermosas, pero también con dificultades. Dificultades que suelen trabar, quebrar. Y está bien. Porque esa es la única forma en la que vamos a lograr mirar nuestras fortalezas y debilidades para poder reconstruirnos de una manera superadora, más amena, más disfrutable. Solemos correr cuando se nos atraviesan estas dificultades y casi nunca logramos detenernos a observarlas, analizarlas y darles un abrazo. Nos preguntamos todo el tiempo por qué huimos tan desaforadamente en esos momentos. Es verdad que pueden ser lugares desgastantes, pero la forma en la que quieren que vivamos ¿No termina siendo igual o hasta más dañina? Si la pasamos mal, tristes, enfermxs en esa forma de vivir, de relacionarse ¿Por qué seguir aportando a un formato que es dañino y ajeno? ¿Por qué aportar a algo que nos hace estar solxs, aisladxs? ¿Por qué no apostar a la construcción de lo que nos va a hacer crecer? ¿Por qué no quedarnos con lo que apuesta a lo grupal?

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Soñamos con que se entiendan a las redes de cuidados como parte indispensable de nuestra vida, necesariamente afectiva. Unir todas esas cosas que funcionan por separado para poder entendernos dentro de un entrelazado. No solo en términos de salud mental, sino también en lo económico, lo social y lo territorial. Pensar ¿No seríamos más felices si nos ayudaran y ayudásemos? ¿Si nos cuidaran y cuidásemos?

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Como siempre decimos, estamos rodeadxs de incertidumbres. Muy pocas son las certezas que nos acompañan. Pero una de las pocas que tenemos, es que nos tenemos que seguir enredando. Enredarnos como práctica de salud, de construcción, de supervivencia. Enredarnos para cuidarnos.

Programa 6

Programa 6

Lectura 1

Te deseo un huerto.
Un huerto que te recuerde
cómo cosechar lo que se siembra.
Un huerto que te enseñe que cuidar
es sinónimo de cuidarse.
Te deseo un huerto.
Un huerto que te recuerde el por qué
de los ciclos y de las estaciones.
Te deseo un huerto.
Para que te manches de barro,
para que no te falte nunca el alimento
ni los motivos para levantarte de la cama.
Por ejemplo, para regar o sembrar
o para cualquier otra manera
de preservar la vida.
Te deseo un huerto.
Sobre todo para que comprendas
que reciprocidad, en la gran mayoría de ocasiones,
no es Dar lo mismo que recibes.
Que reciprocidad es recibir lo que necesitas
y dar lo que le hace falta al otro.
Te deseo un huerto,
un huerto que te explique
la complejidad de lo sencillo
y lo sencillo de la complejidad.
Te deseo un huerto.
Para que comprendas
que la reciprocidad
se resume, en esencia,
a dar agua y luz
y recibir tomates.


-- Cénix C. Callejo

Lectura 2

LA CHICA DEL CIELO

 

En un día lluvioso y sin sol habia una chica observando el cielo bajo la lluvia, aunque se mojara a ella no le importaba, solo queria ver el cielo.
Me quede viendola un rato, le pregunte que estaba haciendo y por qué  a lo que me respondio ``mirar el cielo me da refugio, esperanza, recuerdos, me da tristeza y alegria´´
Luego le fui a buscar un paraguas, cuando se lo di me dijo ``la lluvia despierta cada pedacito de mi ser, si me tengo que resfriar me resfriare´´.
Le pregunte como se llamaba pero me respondio que la recuerde como ``La Chica Del Cielo´´

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Antígona

Programa 7

Programa 7

Lectura 

Manifiesto Realista 788

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 Nosotres, estudiantes autoconvocades de la 788, nos encontramos en un aula, dentro de nuestra escuela tomada escribiendo este manifiesto de rebelión.

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 En el 2018, año en el que el conflicto provincial se agudizó, nos urgió organizarnos como estudiantes para sabernos juntes y actives durante la crisis provincial. Ese año, dentro de la F.E.S.T. (Federación de Estudiantes Secundarios y Terciarios) agotamos todas las instancias previas a realizar una medida de fuerza mayor: elevamos notas al ministerio, a supervisión y a delegación exigiendo respuestas. Realizamos sentadas en supervisión y en diferentes escuelas, se realizaron marchas junto a la comunidad y participamos activamente de las movilizaciones que se llevaron a cabo durante los cuatro meses que las medidas de fuerza duraron.

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 Este año, 2019, el abandono por parte del gobierno provincial se profundizó. Debido a esto se retomó el paro docente durante el mes de Julio, levantándose el domingo 17 de Noviembre.

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 Desde el miércoles 9 de Octubre, nosotres, estudiantes autoconvocades 788 tomamos la decisión de ocupar pacíficamente el establecimiento escolar, en simultáneo con más de diez escuelas a lo largo de la provincia. En la Comarca Andina fueron cuatro los secundarios ocupados por les estudiantes: 765 (Lago Puelo), 788 (Paraje Entre Ríos), 717 (Cerro Radal) y 774 (Epuyén).

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 Independientemente de ser conscientes de que sería difícil llegar a un dialogo con los gobernantes, como muestra de apoyo a les trabajadores estatales y por nosotres como cuerpo estudiantil, optamos por llevar a cabo la ocupación pacífica de la institución.

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 Ocupamos la escuela para exigir que se cumpla con nuestros derechos básicos, que se garantice un contexto educativo y digno, por lo que se deberían cumplir con las paritarias, las que no únicamente incluyen el salario docente sino también infraestructura T.E.G. (Transporte Escolar Gratuito) y obra social.

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 Nuestros reclamos eran y son que se cumplan los derechos básicos para poder seguir creciendo y avanzando por y para la educación pública. La escuela es contención, es hogar, es nuestro primer contacto con nuestros pares, lugar donde convivimos y donde crecemos como personas y valga la redundancia, lo habitamos cada semana, cada mes, durante seis años y en varios casos, más incluso. Por esto, exigimos que la escuela sea realmente nuestra. No se trata de querer o pretender, sino de necesitar y exigir un modelo de escuela y educación que no se darán por sí solos.

Entonces, de eso se trata nuestro manifiesto rebelde.

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 Entramos a la escuela el miércoles 9 de Octubre sabiendo que íbamos a lidiar con situaciones que requieren compromiso, responsabilidad, organización y ante todo compañerismo y unión. Gestamos la ocupación a través de asambleas estudiantiles de carácter resolutivo y organizativo y así tomando decisiones en conjunto de forma horizontal. Más allá de los acuerdos básicos de convivencia que puedan existir, por ejemplo: mantener la limpieza, tratarnos con respeto, distribuir las tareas, etc. Generamos nuestras propias dinámicas que se fueron modificando en base a nuestras necesidades y que hicieron de esta institución, un espacio de lucha con real sentido de pertenencia.

 Vivimos situaciones emergentes que requirieran rápida acción y, aunque no siempre nos sentimos preparades, estuvimos a la altura de las circunstancias: dialogar con oficiales de la policía reiteradas veces, lidiar con aprietes judiciales federales, desde la intendencia ser escrachades durante una marcha estudiantil y vivenciar el paulatino abandono y choque adultocentrista por parte de la comunidad.

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 A raíz de esta lucha colectiva y al encontrarnos con la vuelta a clases, luego de haber conocido otras formas de encuentro y aprendizaje, nos vimos atravesades por la siguiente pregunta: ¿Es coherente volver a esta supuesta normalidad? No solo vemos absurdo retomar las clases con la cantidad de tiempo restante sino también porque sabemos que el conflicto no ha sido resuelto completamente.

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A partir de la anterior pregunta encontramos en cada une de nosotres el imaginario de nuestra escuela ideal y como respuesta, la rebeldía.

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 Hasta hoy, lunes 18 de Noviembre del año 2019 tomamos la escuela, a partir del martes 19 tomamos las clases.

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 Esto significa que al socializar nuestros ideales, decidimos ponernos al frente de la transformación del sistema educativo. Ya sabemos que este sistema necesita una actualización y lo vinimos a cambiar nosotres.

 Para esto decidimos que vamos a:

  • Romper con la división etaria y el formato aula.

  • Apropiarnos de los espacios en común: uso libre y consciente de la cocina, limpieza colectiva, huerta comunitaria y mantener el cuidado de les perrites que habitan la escuela.

  • La continuidad de proyectos iniciado en la ocupación (murales, reparación y cuidados del espacio, radio, proyectos audiovisuales, etc.)

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 A lo largo de este mes experimentamos situaciones desde otra perspectiva, desde otros roles. Nos sentimos impulsades a modificar la institución, ya que desde hace muchos años se viene planteando la utopía de una escuela perfecta, pero nos quedamos en la teoría, pensando que el sistema educativo era un ente intocable, inamovible.

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 Desde el inicio se fija a la escuela como un segundo hogar, pero recién ahora, luego de realmente habernos apropiado del espacio, la sentimos como tal.

 

Ya no pedimos permiso, vinimos a escribir nuestra historia.

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Nada ni nadie nos roba la resistencia,

Nada ni nadie nos apaga el fuego,

Nada ni nadie nos quita las convicciones.

Sigamos creando,

Que las utopías,

A veces se cumplen.

Editorial 

La normalidad ante todo adjudica lugares, roles, nos permite hasta cierto punto, prever qué se espera de nosotres y qué esperar de les demás. Mapea la existencia en zonas de mandatos e imposibilidades. Cuando ésta se interrumpe, parte de esta estructura pierde su capacidad de ordenar. Lo impredecible angustia, pero también este desorden permite nuevas posibilidades, nuevos lugares, convoca nuestra creatividad. Aparece la oportunidad de reinventarnos, a nosotres y al mundo.

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Ahora bien, surge enseguida como pregunta si se puede vivir en una interrupción permanente de la normalidad, solemos sentir en esos momentos que no hay cuerpo que lo soporte.  No es raro sentir el tironeo (tengo que regar la huerta, lavar la ropa, estudiar para el examen) o simplemente   extrañar la cotidianeidad, aunque cuando volvés a ella sentís, casi inmediatamente, nostalgia del tiempo anómalo que habitaste. ¿Se puede vivir sin normalidades? ¿Hay que inventar nuevas para sustituir las que nos alienan? ¿Se puede romper una normalidad sin construir otra? Una interrupción por sí misma ¿siempre tiene efectos o puede tratarse de un recreo? Jugando un poco con las palabras, ¿las normas construidas por acuerdos generan una normalidad diferente a nivel estructural que las generadas por el poder? O más allá de cómo surjan, ¿las normas tienden a vaciarse y endurecerse y desde allí capturarnos?

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Reconociendo el mareo que nos generan nuestras propias preguntas y asumiendo que la única certeza es que la normalidad actual apesta, que la única posibilidad de soportarla es vivir intentando estallarla, nos preguntamos si aparte de las grandes interrupciones es también posible crear pequeños espacios donde intentar otras cosas, explorar otras maneras de habitar el tiempo. Nos gusta pensar a Embarrando el Aire como una forma de detener al menos por unos minutos, las expectativas del sistema, sustraer de lo normado a quienes participamos de un lado u otro del micrófono.  De ser así, sólo nos estaría faltando juntarnos y ponerle fecha a la revuelta.

Programa 8

Programa 8

Lectura 

Fragmentos de Recuperar el alimento-Por Leonardo Rossi

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Periféricamente en un Occidente epistémico, bajo la anestesia de las promesas siempre frustradas de la urbanidad, con el ensordecedor ruido de la fe en el progreso cientificista, y el candil cegador de la falsa idea de desarrollo nos hemos olvidado de los componentes esenciales que nos tejen a la trama de la vida. Pero ni siquiera este desgarrador olvido, de por sí grave, es lo más drástico. Esa amnesia colectiva lleva como correlato intrínseco una encallada tara civilizatoria por la cual nos obstinamos día a día en dañar a las fuentes mismas de nuestros soportes elementales que nos permiten devenir organismos vivientes. Y al hacerlo, bajo una marca profunda de soberbia, celebramos desde un supuesto deber ser de la historia los éxitos en el avance de una carrera frenética, que si en algo no tiene competidores es en su capacidad (auto) destructiva.

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Esta potencia erosiva opera de una vez en varios planos, profundamente entrelazados: sanitario, ambiental, social, cultural y fundamentalmente en el de las subjetividades políticas.

Recuperaremos entonces al alimento, a esa urdimbre que brota en la danza de infinitos procesos entreverados que surgen del fluir de la luz solar, del agua, de la tierra, del aire, de los minerales, y de las comunidades humanas y no humanas, para decantar en energía disponible para nuestros cuerpos, como parte de un tapiz de complejas y solidarias redes de reciprocidad.

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Pensemos en una fruta con residuos de veintitantos pesticidas; un puñado de fideos a base de una harina ultra-refinada producto de un trigo tratado con agroquímicos que acabará en nuestro intestino; una carne vacuna con origen en un feed-lot que dejó un suelo muerto cargado de desechos sin capacidad ya de ser asimilados, y hará otro tanto en nuestro metabolismo; galletas de fórmula con derivados de soja y de maíz transgénico que para llegar a ser cosechados dejaron napas, ríos y cuerpos de su entorno más próximo cargados de tóxicos y así dialogarán con nuestro sistema digestivo. ¿Por qué esto deviene norma? ¿Qué mandato justifica esta cotidianeidad? ¿Cuáles son las consecuencias de tamaña sin-razón-emoción por la vida propia?

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Al menos como primera propuesta surge revisar nuestra propia humanidad y recordar que desde hace siglos el alimento era alimento en tanto y en cuanto tenía como fin satisfacer y cancelar la necesidad fisiológica-cultural de saciar el hambre de diversas comunidades, brindar las mejores condiciones sanitarias para adaptarse al territorio habitado, al tiempo que surgía de la labor colectiva y tenía profundo sentido de arraigo cultural.

¿Cómo alcanzamos este presente de híper-conocimiento científico-aplicado donde sobran productos derivados del agro, y no cesan su hambre los hambrientos, mientras que otra gran parte de la masa que sí se alimenta, asiste a marcados procesos de afección en su salud producto de esa misma supuesta alimentación? ¿Cómo nos hemos vaciado de esa intensa historia que vincula el cuidado de la tierra, de nuestros cuerpos, de nuestras culturas y nuestras comunidades?

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La politicidad del alimento y la politicidad de la reproducción de la vida humana en su más literal sentido material son dos aspectos inseparables. Por tanto se tornan claves del hacer y, sobre todo, del pensar político, aunque no por casualidad hayan sido borrados de las páginas más difundidas de la teoría política.  Re-situarnos allí, tal vez, nos permita desandar caminos, para enfrentar la calamitosa crisis civilizatoria (climática, ecológica, migratoria, política, emocional) que atravesamos y encontrar entonces sí algunas posibles respuestas y propuestas. 

Será entonces tarea urgente dotar de sentido político nuestra palabra-territorio en cuestión: el alimento. Ingerir un objeto cargado de veneno no es saludable. Si no es saludable entendemos que no es alimento. Un objeto que destruye la tierra sólo para generar una ganancia abstracta, hiere en ese proceso nuestros propios soportes biofísicos. Por tanto, digámoslo, no es alimento. Un objeto, fruto del suelo y del trabajo humano, que puede descartarse a gran escala porque no encontró el mejor precio de mercado o sirve para especular es absolutamente lesivo en términos sociales. Entonces, claro está, no es alimento.

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Es cuestión por tanto de caminar la senda para recuperar el sentido pleno del alimento, no como objetivo personal en pos de una dieta de mejor calidad para un cuerpo aislado sino como impostergable disputa política del retejernos como comunidades que comprenden su ser parte de esta trama de la vida.

Programa 9

Programa 9

Lectura 

Úselo y tírelo-Por Eduardo Galeano

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La sociedad de consumo ofrece fugacidades. Cosas, personas; las cosas fabricadas para durar, mueren al nacer, y hay cada vez más personas arrojadas a la basura desde que se asoman a la vida. Los niños abandonados en las calles de Colombia, que antes se llamaban gamines y ahora se llaman desechables, y están marcados para morir. Los numerosos nadies, los fuera de lugar, son “económicamente inviables”, según el lenguaje técnico. La ley del mercado los expulsa por superabundancia de mano de obra barata. El Norte del mundo genera basuras en cantidades asombrosas. El Sur del mundo genera marginados. ¿Qué destino tienen los sobrantes humanos?. El sistema los invita a desaparecer; les dice: “Ustedes no existen”.

 

¿Qué hace el Norte del mundo con sus inmensidades de basura venenosa para la naturaleza y la gente? Las envía a los grandes espacios del Sur y del Este, de la mano de sus banqueros, que exigen libertad para la basura a cambio de sus créditos, y de la mano de sus Gobiernos, que ofrecen sobornos.

 

Los 24 países desarrollados que forman la Organización para la Cooperación en el Desarrollo Económico del Tercer Mundo produce el 98% de los desechos venenosos de todo el planeta. Ellos cooperan con el desarrollo regalando al Tercer Mundo su mierda radioactiva y la otra basura tóxica que no saben dónde meter. Prohíben la importación de sustancias contaminantes, pero las derraman generosamente sobre los países pobres. Hacen con la basura lo mismo que con los pesticidas y abonos químicos prohibidos en casa: los exportan al Sur bajo otros nombres.

Editorial 

Lo primero que podemos decir de la basura es que es una creación humana.

En la naturaleza no hay basura, hay un ciclo continuo donde los distintos elementos van cambiando de estado, un fluir en espiral que entrelaza y hace posible la vida.  Lo que es hoja luego es cuerpo y caca, que a la vez es cuerpo y caca de otros para volver a ser hoja.

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Es cierta lógica humana la que introduce el caos, el desequilibrio.  Lo que resulta irónico, ya que el progreso suele nombrar a lo natural como salvaje, como sucio, como lo que hay que ordenar.

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Llegamos a tal delirio que explotamos montañas y envenenamos ríos para fabricar latitas de cerveza, que arrojamos luego al río, o al bosque o al tacho de basura, si somos civilizades, para que luego otres lo lleven a aniquilar otro territorio.

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No se trata de reciclar la latita, se trata de problematizar la locura extrema que nos hace naturalizar que seamos portadores de muerte.

¿Cómo pasó que nos separamos del fluir de la vida?

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Esta aniquilación que realizamos cotidianamente, en la que transformamos la vida en basura, muchas veces se hace en nombre de la comodidad, en nombre de ahorrarnos trabajo.  Más allá de la discusión ética que esto conlleva, en principio parecen no cerrar las cuentas.  Pensemos en todo el proceso por el cual generamos “los descartables”: la cantidad de trabajo que lleva extraer la materia prima (madera, petróleo, minerales, etc.), la cantidad de energía para mover luego esas cosas, para procesarlas, para luego volver a moverlas. Cuando sólo quería un choclo, ¿cómo diablos terminé comprando una bandeja de telgopor, un par de etiquetas, una lámina de nylon?, con lo lindas que son las chalas y lo bien que compostan. ¿Cuántas más horas habré tenido que trabajar para pagar todo ese envoltorio, esa basura?  Eso sí, me libré de pelar el choclo…

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Aún sin tomar en cuenta todos los estragos que produjeron cada parte de la producción por sí misma (tala de bosques, fracking, contaminación de agua, diques de cola, represas, humo, explotación, etc., etc.), aún si logramos mirar para otro lado y creer que las bolsas de basura desaparecen de los canastos por arte de magia, el relato del confort no parece más que un engaño. Al fin y al cabo, vivimos sacrificándonos para obtener los productos que lejos de darnos felicidad nos someten a la frustración de lo que nos falta.

 

La basura, una consecuencia de este sistema que transforma todo lo que toca en mercancías, un síntoma de un paradigma que es imperativo cambiar. Necesitamos rever comunitariamente nuestras prácticas, nuestros gustos, nuestras formas de obtener placer, nuestros valores, nuestros intereses, nuestras maneras de producir, de intercambiar...

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Desandar caminos, sumarnos al ciclo de la vida y dejar de transformarla en basura.

Programa 10

Programa 10

Editorial 

Los discursos no son inocuos, afectan, inciden, lastiman y crean.

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Desde hace un tiempo, proliferan socialmente discursos de odio -impregnados de micro y macro fascismo- que encubiertos como libertad de expresión cuestan también vidas. Generalmente son las vidas de lxs más precarizadxs, lxs más vulnerables, lxs diferentes, lxs disidentes, lxs no hegemónicxs.

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A través de los discursos se construyen enemigues deshumanizades, chivos expiatorios, seres matables y encarcelables.

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El avance fascista y sus discursos de odio, con violencias más o menos explícitas, a veces espectacularizadas como en los megaoperativos para atacar un barrio popular en Guernica o la lof Lafken Winkul Mapu, usan, explotan los miedos, las frustraciones y malestares sociales, el avance de la pobreza, la precarización de la vida y la diversidad cultural para fragmentar, polarizar, exacerbar diferencias, volverlas inaceptables, borrar lo común, generar disputas y aumentar la agresividad entre nosotrxs. Como decían unxs viejxs amigues, cuando lxs explotadxs no peleamos contra la explotación nos peleamos entre nosotrxs.

Programa 11

Programa 11

Lectura 

POEMA XIX. Por Oscar Taffetan


-¿Cuántas paredes son necesarias para hacer una cárcel?,
Preguntó el alumno un día.
-¿Cuántas paredes son necesaria para hacer una cárcel,
(Presto acudió el profesor al diccionario, quedando fuera del problema).
Los alumnos comenzaron: “-Son necesarias tres paredes y un techo, que no se vea el cielo”
“-Con tres paredes alcanza, no es cielo lo que así se ve”.
“-Con dos, porque se imprime el rumbo”.
“-Con una, porque se divide el horizonte”
Por último, desde el fondo del aula, con gravedad de filósofo, uno sentenció: “También hay cárceles sin paredes”.

Programa 12

Programa 12

Editorial 

Motivos para la apoyar la lucha del pueblo mapuche

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Motivos históricos.  En estos territorios hubo una campaña militar de conquista por parte del Estado argentino sobre el pueblo nación mapuche, que fue masacrado, despojado, encarcelado y esclavizado.  Los mismos vencedores intentaron sepultar la cultura y la lengua de lxs sobrevivientes valiéndose de instituciones que continuaron por décadas hasta la actualidad el trabajo iniciado con los fusiles: la Escuela y el Juzgado.  Pero todo este genocidio y sometimiento no tuvo como único objetivo despojarlos de su territorio.  Se trató de imponer un paradigma, una forma de ver al mundo, una forma colonialista, europea y profundamente racista.  Expandir las fronteras del “mundo civilizado” para incorporar al mercado del capital nuevos espacios, nuevas “materias primas”, “oportunidades para construir imperios comerciales”.

 

Motivos ecológicos. La invasión civilizatoria, aborreció desde el principio al espacio geográfico, en tanto le resultaba indómito y no productivo.  Ni bien terminó su carnicería militar, se dedicó a incendiar los extensos y tupidos bosques cordilleranos.  Llamó desierto a la meseta, a la que pronto inundaría con ovejas reemplazando los guanacos, dando inicio a una auténtica desertificación.  Se desesperó por repoblar la zona con inmigrantes de origen europeo.  Convirtió el territorio en hectáreas que no alcanzaba a regalar ni repartir entre las familias patricias y no tanto.  Capitales de origen inglés concretaron por fin sus planes comerciales, con estancias más extensas que muchos reinos.  Bajo consejo del infausto perito Moreno, quien exhibía en su museo de La Plata al lonko Inacayal y su familia, se sembraron truchas en ríos y lagos, se introdujeron jabalíes y ciervos colorados para atraer a cazadores y viajeros (futuros turistas).  La creación de los parques nacionales, ubicados en zonas limítrofes y en disputa con la naciente patria chilena, dio el consentimiento simbólico y material para que se arrasara con todo el espacio que no era Parque, sin mencionar la represión y los desalojos que continuaron a manos de los primeros guardaparques y la policía de frontera (hoy gendarmería).  Las concesiones a empresas forestales para la tala de bosque nativo, seguida por plantaciones de pinos motorizadas por las oficinas llamadas perversamente

“de bosques” significaron auténticas políticas de colonización y destrucción ambiental que tornaban inviable el espacio para la vida de especies nativas y pueblos preexistentes.

 

Motivos filosóficos. Resulta para muchxs claro que la civilización que se ha mundializado, capitalista, consumista, colonialista, supremacista, antropocéntrica, patriarcal, industrialista, imperialista, evangelizadora, es una civilización que resulta nociva para la vida, que ha llevado al planeta a condiciones límites, causando la extinción de miles de especies y rompiendo el equilibrio de todos los ecosistemas con los que tuvo contacto.  Creyendo que el universo entero está al servicio del ser humano y siquiera de toda la especie sino de sólo un puñado, se han cometido atrocidades que bien pueden llamarse Terricidios o Ecocidios.  Si la especie humana es capaz de vivir en armonía con el resto es algo que sólo podremos responder cuando hayamos dejado atrás la concepción especista y patriarcal incubada desde hace largo tiempo.  Los llamados pueblos originarios tenían (y aún tienen) otras ideas del mundo, de la naturaleza, del lugar humano en la biósfera.  Acaso la primera tarea de la Antropología consistió en etiquetar estas Otredades, aún mientras estaban siendo objeto de exterminio, para guardarlas en el anaquel de “culturas primitivas o salvajes”.  Necesitamos como especie una cosmovisión donde lo humano no sea el centro ni la medida, donde quebrar un equilibrio sea lo último pensable.  Donde la vida y no sólo la humana, cobre dimensión de lo sagrado.  Las cosmovisiones originarias y la mapuche no es la excepción, tienen todos esos elementos y más.  Por eso resulta imprescindible que sobrevivan, que se recuperen y que recobren su fuerza.  En el caso de la cosmología mapuche, esto puede ocurrir en la medida que recuperan territorio y vuelven a habitarlo como pueblo autónomo, según su manera ancestral. La sola concepción de considerarse parte del territorio y no sus dueños, nos habla de una sabiduría antigua, de la cual tenemos todo que aprender.

 

Motivos de Solidaridad militante.  En las recuperaciones territoriales mapuche, hay un grupo humano dispuesto a abandonar las comodidades urbanas, la manera de habitar capitalista en núcleos familiares sobre una propiedad privada e individual.  Hay un grupo dispuesto a ensayar formas comunitarias, con su propia espiritualidad y formas sociales, afrontando el racismo social impuesto por la lógica del Uno y del Capital, enfrentando la hostilidad de terratenientes (herederos de los despojadores), enfrentando a grupos armados, sicariatos, policías de distintos colores que responden a gobiernos que responden a intereses económicos.  La fuerza y valentía que requieren todos estos actos y sostenerlos en el tiempo frente a todas las adversidades, represión, estigmatización, deconstruyendo al mismo tiempo lo que la opresión capitalista introyectó dentro de cada cuerpo, en paralelo abriéndose a recuperar la lengua, las costumbres, la historia y la cultura que intentó ser exterminada, son gigantescas.  Si no podemos ver esta acción profundamente antisistémica, si no podemos al menos solidarizarnos y como podamos, unirnos en su esfuerzo, nuestro campo pensable de acciones revolucionarias se reduce casi a cero.

Program 13

Programa 13

Editorial 

Entiendo que los mapuche te parezcan terroristas, entiendo que no es sólo porque te los introduzcan en la cabeza una y otra vez, los que estudian cómo hacer para que pienses cosas que te traicionan a vos mismo, sino porque lograron ponerle palabras a algo que te pasa: los mapuche te dan miedo.  
Y no te dan miedo sólo porque te criaste rodeado por historia de malones, gente rara, o tal vez zombies que vienen por lo tuyo, sino también porque ponen en crisis lo que aprendiste a atesorar.  Un sueño engendrado desde niño, la casa propia, la buena vida obtenida con el sudor de tu frente, proveer a los tuyos los bienes disponibles en el mercado.  
Sueño de propietario, de conquistador con derechos, siendo respetuoso, civilizado, amando a la patria, a la bandera. Sueño difícil, porque cada vez son menos los que pueden poseer, el terrenito se aleja por más que te rompas el lomo y proveer, con suerte, se limita a conseguir alimentos, ¡cómo aumenta todo!
Y en el medio de la desesperación que te causa no estar a la altura de este sueño, no sólo desesperación, sino frustración, bronca y hasta un poco de culpa, aparecen los mapuche y zas!... ¿de qué carajo hablan estos tipos???  ¿De que la tierra es otra cosa? No le dicen terreno, le dicen “territorio”… y dicen algo así como que son parte del territorio, no propietarios, que no quieren serlo, sino simplemente vivir ahí con otra lógica, con otra búsqueda.     ¡Ay sí!, si estos andan buscando cosas, preguntándose quiénes son, y a veces, hasta se lo preguntan al río, ¡a las montañas!!! Imagináte qué disparate, para vos que sabés quién sos, que te lo contaron desde chiquito, aunque siempre está ese algo que no te cierra, aunque cada día te sientas más solo, más desolado.
Y no es solamente eso, sino que sueñan con boludeces, como recuperar su lengua, estos ignorantes que se le dan de académicos y afirman que en su lengua hay otras maneras de entender y practicar el mundo.  Y rompen las pelotas con lo de comunidad, que no jodan, vos sabés desde la cuna que lo que manda es el “sálvese quien pueda”.  
Te entiendo, los mapuche te dan miedo, más allá de lo que hagan, más allá de si usan o no capucha, más allá de si tiran o no piedras, porque la sola idea de que existan como pueblo pone en duda tu imagen del mundo y eso… eso no se puede, te aterroriza.

Programa 14

Programa 14

Lectura 

Este es el lenguaje del opresor y sin embargo

lo necesito para hablarte...

 

 En la guerra contra la tiranía del silencio ¿Qué palabras son esas que

todavía no poseés? ¿Qué palabras necesitás decir?”...

 

La escritura como búsqueda inacabada de lo que no podemos nombrar todavía, de los residuos de lo proscripto se manifiesta en la necesidad-deseo

de dar palabra a la corporalidad y a las experiencias ...

 

Mis palabras van a atravesar la profundidad extraviada en una piel que alguna vez clasificaste como fea, negra, anormal, salvaje, enferior, sucia, delincuente, enferma, inservible, hasta que se disuelvan los límites del poder de tu definición.

Claro, tu piensas que esto es solo poesía.

Claro, es que te estoy hablando de política".

 

Ensamble entre Adrienne Rich, Andre Lordo y Val Flores

Lectura 

LA PALABRA POÉTICA COMO ELEMENTO DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL -Texto de Santiago Ortigosa Reguera

 

Cuando escribimos un poema construimos otra realidad posible, otra forma de mirar las cosas que atraviesa lo permitido o establecido. El lenguaje se convierte en la vía por donde se desplazan los sentimientos, las emociones o las ideas. Y no hay jaula ni cárcel posible que detenga la expresión poética. El poema viene a romper estructuras, a decirte o a contarte otra cosa, no le gusta lo convencional, lo inimaginable es su frontera. El poema es creador, revolucionario por sí mismo, solo su existencia cuestiona el statu quo. No hay un método exacto de realización, y aunque a veces se componga por determinadas normas (solo por decisión propia y no por imposición de terceros) sus formas varían. El poema es tan necesario en nuestra cultura como tomar un vaso de agua en medio del desierto. La palabra poética fue la primera arquitecta del mundo porque antes de ser símbolo y significado la palabra fue un impulso, instinto, sonido, necesidad, deseo e intención.  

 

Quien prueba de la fuente de la poesía ya no vuelve a ser el mismo. La poesía por naturaleza es el alimento de la transformación, nos halla el camino y nos invita a cruzarlo, nos permite ser libres y escoger para dónde caminar, cómo, cuándo y con quiénes. La poesía es el puente que cruza todos los ríos, pero a su vez es todos los ríos y sus estados de ánimo. La poesía es el género de la liberación. Entrena nuestra mente, abre paréntesis en la certeza, genera nuevas percepciones de la vida, descubre la posibilidad de nuevos mundos, camina hacia lo imposible, cree en lo utópico, lo irrealizable, no hay dificultad que no pueda atravesar porque en su forma concebida todo lo puede, es la tierra fértil donde se cultiva la imaginación, y la imaginación es una fuerza vital de los seres humanos, las sociedades y su supervivencia. Si hay puertas cerradas la poesía es la llave maestra.

 

La poesía cuestiona y duda de todo lo inamovible, lo quieto, lo muerto. Sabe que el movimiento es la vida y del movimiento se nutre, y todo aquello que prevalezca en su lugar más temprano que tarde se enferma y muere.

Lectura 

Relaciones-Gelman

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se sienta a la mesa y escribe

«con este poema no tomarás el poder» dice

«con estos versos no harás la Revolución» dice

«ni con miles de versos harás la Revolución» dice

y más: esos versos no han de servirle para

que peones maestros hacheros vivan mejor

coman mejor o él mismo coma viva mejor

ni para enamorar a una le servirán

 

no ganará plata con ellos

no entrará al cine gratis con ellos

no le darán ropa por ellos

no conseguirá tabaco o vino por ellos

 

ni papagayos ni bufandas ni barcos

ni toros ni paraguas conseguirá por ellos

si por ellos fuera la lluvia lo mojará

no alcanzará perdón o gracia por ellos

 

«con este poema no tomarás el poder» dice

«con estos versos no harás la Revolución» dice

«ni con miles de versos harás la Revolución» dice

se sienta a la mesa y escribe

Programa 15

Programa 15

Lectura 

¿Qué sería hacer justicia por Santiago?

 

Desde ya, nombrar y castigar a sus asesinxs materiales e intelectuales.  Dejar de perseguir a sus compañerxs.  Explicar cómo aparece un cuerpo donde no estaba y la cantidad de complicidades necesarias.

 

¿Pero con esto alcanza? 

Si en última instancia a Santiago se lo desapareció y asesinó por una necesidad intrínseca al sistema.  Y cuando decimos sistema no hablamos sólo del capitalismo sino de la forma de organizar, ver y vivir el mundo que desde hace más de 500 años se exportó a estas tierras.

Nos preguntamos si tiene sentido seguir fragmentándonos en resistir por separado cada una de las nefastas consecuencias que tiene esta manera de organización humana, o acaso llegó la hora de soñar con otros mundos posibles y ver cómo nos organizamos en este sentido.

 

Somos distintxs, cargamos en la historia de nuestrxs ancestros golpes y heridas diversas producidas por este insensato sistema. Es la lógica del Estado y no la nuestra, la que necesita borrar las diferencias, ¿no podríamos nosotres ponerlas a trabajar para construir justamente desde ahí?  Las diferencias tienen el valor de desnaturalizar, de poner en cuestión el sentido común que nos determina y disciplina.  El encuentro con lo “otro” es la posibilidad de reinventarse. El saqueo a enfrentar no es sólo material, también es simbólico, cultural. 

 

Cuando el Pensamiento Único se sacraliza, es hora de ser herejes.  Y de eso, “El Brujo”,  sabía.

NI HAMBRE, NI SANGRE, NI VENENO en la Patagonia

Asamblea Comarcal contra el Saqueo – 1ero de agosto 2018

Programa 16

Programa 16

Lectura 

Nos enseñaron a tener paciencia

Nos enseñaron a no andar descalzos

Nos enseñaron a morir de viejos

Nos enseñaron a vivir a plazos

Nos enseñaron a guardar silencio

Nos enseñaron a temer la noche

Nos enseñaron que el placer es malo

Nos enseñaron a crecer a golpes

Nos prohibieron las cosas más hermosas

Ir al campo a robar brevas

Bañarnos en el verano con las mozas en la alberca

Y crecimos enfermizos faltos de aire y de besos

Llena la piel de preguntas que contestaba el silencio

Pero apareció la vida cuando moríamos de sed

Era una fuente su cuerpo que invitaba a los sedientos

A beber, a beber

Probamos la dulzura de la carne

Supimos que aún estábamos a tiempo

Nos hartamos de besos, de manzanas

Declaramos la guerra al sufrimiento

Nos quitamos la vieja piel a tiras

Renegamos de todo lo sabido

Prometimos pecar a manos llenas

Nos hicimos más tiernos y más niños

Ahora, cada día tiene su fruto

Cada noche su secreto

Y el tiempo es una mentira

Que han inventado los viejos

Al arrancarnos las vendas

Que nos negaban el cuerpo

Descubrimos el presente

Que es lo único que tenemos

Y cantaremos la vida y no abriremos la puerta

A la muerte mientras dentro del cuerpo quede una gota

De deseo, de deseo

Programa 17

Programa 17

Lectura 

Rompamos todo / Periódico Gatx Negrx.

 

¿Cómo establecer algunas críticas sin deslegitimar las luchas? ¿Cómo no dejarse desganar por una maquinaria que nos quiere tristes, desanimadxs y aisladxs?


Si algo conviene seguir levantando es la discusión sobre cómo queremos vivir – y cómo no queremos vivir- que los feminismos han logrado priorizar y que está mostrando que, sobre todo en la intimidad, ya no se soporta lo que antes sí se soportaba. Pero no nos alcanza y queremos más.


Muchas veces y más en estos tiempos, no se sabe identificar al enemigo. El enemigo asume múltiples formas y tiene esa odiosa capacidad de encarnarse en muchos cuerpos sin respetar géneros ni ideologías, razas ni clases. Asumimos como enemigos a las opresiones, al patriarcado, a la acumulación, a la propiedad, al capital, al Estado, a la competencia, al espectáculo, al individualismo, al ensimismamiento, a la inmovilidad… y muchas veces intentamos combatirlos en alianzas ya sean colectivas, ya sean íntimas. Sabemos que si algo resquebraja a los enemigos, son las alianzas. Y sabemos que queremos vivir de otras maneras.


Sabemos también que esta maquinaria sigue insistiendo en neutralizarnos. Y sigue teniendo todos los mecanismos íntimos y microscópicos para lograrlo. Está todo dado para que sigamos capturadxs. Y por eso insistimos.

Muchas veces registrar que algo está raro puede funcionar como señal de alerta para percibir ahí posibles capturas y buscar alianzas para liberarnos.

 

Pero qué difícil cuando vemos que se institucionalizan luchas paridas por la desesperación y el horror de asesinatos y muertes.

 

Parece que no sólo asistimos a la vieja lucha partidaria y de orgas en clave de quién tiene la bandera más grande y quién la pone más adelante o quién lleva el parlante con más sonido sino que pareciera que a eso se suma cierta banalización de la rabia con un show de performances que se repiten y multiplican: el simulacro de chicas golpeadas y muertas, el rojo sangre, el nylon, las bolsas negras, el baile de las chilenas, las coreos vestidas de negro... Quizás lo más genuino y que no repite la copia, sean los carteles de cartón o cartulina hechos a mano, con marcador, desprolijos o las remeras cortadas y escritas con lo que se tiene al alcance.

 

Aún así, aún con esto, quienes nunca asomaron antes a las calles y a las plazas, y ahora sí se animan a hacerlo, encuentran cierta potencia de ruptura y de salida de la interioridad del hogar, del ensimismamiento del dolor y del hartazgo y, sobre todo, de la intimidad de relaciones violentas.


 

Pero resulta difícil cuando ya tenemos cierto ejercicio de militancias no nublarse en las críticas y seguir viendo la frescura de lo que le sucede a quienes recién asoman a esto.

Difícil también no desanimarse con las repeticiones ya conocidas que vacían y resultan funcionales a que todo siga igual. Difícil además, evitar caer en la tentación del luchómetro, el feministómetro, el anarcómetro. En la tentación de arrogarse la capacidad de explicar y enseñar la buena forma (siempre moral) de cómo luchar y cómo vivir.


En la movilización del miércoles 17 de febrero ante el Femicidio de Úrsula, los pasacalles de La poderosa, entre muchos otros, insistían en el pedido de justicia feminista...


Sabemos que la justicia es de clase y de partidos, de raza y patriarcal. Que la mayoría de las veces es injusta y lenta. Que se compra y se vende. Que arruina vidas y que muchxs, ganan mucha mucha plata viviendo de ella. Que no logra evitar muertes evitables.
 

También sabemos que sana a quienes creen en ella, que algo le hace a esos dolores gigantes e insoportables. Que algo restituye en vidas violentadas que logran seguir viviendo sin dejarse arrasar. Quizás esa creencia encuadra, acota y con esa ficción inventada para organizar las sociedades, le pone peso de palabra mágica a simplemente una palabra, así, sin magia.

 

La mamá y el papá de Úrsula se reunieron con el presidente de turno y la ministra de mujeres, géneros y diversidades. Estuvo la foto. Se repitió el desfile de madres arrasadas. Hubo una concentración ordenada y correcta. Puntual, duró dos horas.


¿Será que la forma partido mezclada con la copia del espectáculo, acecha y lleva a la institucionalización de la rabia?

¿Puede ser que los partidos y estructuras democráticas de masas, en tanto que movimientos sociales institucionalizados, funcionen como la negación organizada de ese movimiento? ¿Es posible domesticar y encauzar la rabia?¿sirve de algo intentar encuadrarla? ¿Qué efectos provocan esos intentos? ¿Cómo quedamos ante ellos? ¿Será que muchxs ya no soportamos los tiempos que usan quienes creen en la construcción política partidaria? ¿Cuántas vidas más vale gobernar?


¿Será que el Ni una menos sabe que si el miércoles en qué asesinaron a Úrsula convocaban a movilizarse o decían "Rompamos todo", podíamos romper todo? Si estamos decididxs a no permitir ninguna muerte más, ¿por qué hubo un titubeo y se convocó para una semana después del femicidio de Úrsula? ¿Por qué le damos tiempo a lxs gobernantxs y a la yuta para que se preparen a la vez que dejamos que nuestro fuego se apague?

Siempre se habla de las grandes gestas revolucionarias y combativas del pasado, de los movimientos de masas que arrancaron derechos a la fuerza ¿qué creemos que podemos ahora, en los tiempos que nos toca vivir? Más allá de reformas y ministerios creados, de proyectos y petitorios presentados, las cifras de femicidios siguen subiendo...


Si nos toca, si alguna vez nos desaparecen o nos matan, ya no queremos los bombos; muchxs, tampoco queremos que pidan justicia, mucho menos misas. Queremos que rompan todo.

Queremos una comparsa con batucadas con mínimos silencios y fuego, mucho fuego. Y madres que no desfilen, y que si hay que quemar al presidente, que lo quemen.

Programa 18

Programa 18
Retomamos lecturas

Editorial Programa 1

¿Por qué hacemos un programa de radio?

 

Sentimos que ocurren un montón de cosas en el territorio que queremos contar. A veces nos las cuentan el viento, los ríos, los árboles, las aves o insectos, otras veces, personas que allí viven. Nos dan ganas de compartir estas historias.

Nos aturden los medios hegemónicos y sus lógicas mercantiles.  Sentimos que ya nos entretuvieron demasiado.

Queremos encontrar lenguajes impropios, investigar estéticas y formas para poder enredarnos con más personas y grupos. Practicar cómo tejer más voces para multiplicar discursos que estallen lo uniforme.

En tiempos de alimentos ultraprocesados y protocolos masivos, sentimos que es necesario volver a pensar en voz alta. En los silencios y en los errores pueden colarse relatos inesperados.

 

¿Por qué en radio Alas?

 

Alas tiene una historia en la cual queremos estar.  Es un espacio comunitario que llama a ser habitado y son los tipos de espacios que nos nace habitar.

La escuchamos, radioparticipamos y ya nos sentíamos parte, incluso antes de pensar en este programa. Creemos que Alas es un proyecto siempre en construcción y queremos aportar nuestro aire.

Nos gusta la gente que la escucha.

Es una radio que es parte de las resistencias, por eso toda su técnica y artística se despliega hacia las fuerzas que defienden la vida y la ñuke mapu.

 

¿Cómo surgió este primer programa?

 

Urge revisar y cuestionar el sentido común, que aunque se disfrace de neutro, viene amasado por el poder hegemónico.

Ya no es posible seguir viviendo bajo el paradigma del progreso, del capitalismo patriarcal extractivista, en tanto multiplica la desigualdad, la injusticia, los ecocidios y los genocidios.  Ya no se banca más la normalidad que nos imponen, cargada de impotencia, resignación, censura, obediencia y represión.  Nos quieren angustiadxs en un laberinto lleno de caminos ciegos con carteles de salida. 

Necesitamos encontrar otras maneras de ser humanes y otras maneras de habitar este planeta.  Planeta que por estos días da síntomas claros de un daño que no puede continuar.

Asumimos que el sistema no está sólo afuera, sino en cada une de nosotres, en nuestras prácticas, en nuestros sentires, decires y pensares, en las instituciones que habitamos y nos habitan.

¿Cómo cambiar el mundo si no cambiamos primero nosotres? Pero a la vez, ¿podemos cambiar si no cambia el mundo? Tal vez podemos salir de esta trampa si pensamos que es un camino con otres que implica vueltas, intentos fallidos y el bancarse estar perdides.  Un camino sólo imaginable con altas dosis de esperanza y permisos para la diversión.

Nos modificamos al modificar. No hay nada más falaz que la idea de individuo. Esta invisibiliza que cada acto está determinado y a su vez determina el contexto. Nos queda claro, el cambio será colectivo o no será.

En el medio de estos sentipensares nos topamos con el texto de Adrián Moyano, que nos invita a considerar de otra manera al invierno, al Pukem.

Fue el texto cobrando vida quien urdió conceptos, invocó voces de resistencia, nos condujo por senderos de sonidos y silencios.

 

Finalmente queremos contarles por qué elegimos la canción de la Trova Punk “Llueve” como el tema que abre y cierra este programa. Nos gustan sus palabras, sus rimas, su fuerza, sentimos que acompaña nuestra rabia, pero más que nada, porque nos recuerda a Elías, a quien le gustaba cantarla cada vez que podía.  Acaso como cuando nos comunicábamos con fuego en Cuesta del Ternero, entre el acampe y la Lof Quemquemtrew, algo de todo este éter también le llegue.

 

Santiago Maldonado Presente!

Rafael Nahuel Presente!

Elías Garay Cayicol Presente!

Editorial Programa 12

Motivos para la apoyar la lucha del pueblo mapuche

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Motivos históricos.  En estos territorios hubo una campaña militar de conquista por parte del Estado argentino sobre el pueblo nación mapuche, que fue masacrado, despojado, encarcelado y esclavizado.  Los mismos vencedores intentaron sepultar la cultura y la lengua de lxs sobrevivientes valiéndose de instituciones que continuaron por décadas hasta la actualidad el trabajo iniciado con los fusiles: la Escuela y el Juzgado.  Pero todo este genocidio y sometimiento no tuvo como único objetivo despojarlos de su territorio.  Se trató de imponer un paradigma, una forma de ver al mundo, una forma colonialista, europea y profundamente racista.  Expandir las fronteras del “mundo civilizado” para incorporar al mercado del capital nuevos espacios, nuevas “materias primas”, “oportunidades para construir imperios comerciales”.

 

Motivos ecológicos. La invasión civilizatoria, aborreció desde el principio al espacio geográfico, en tanto le resultaba indómito y no productivo.  Ni bien terminó su carnicería militar, se dedicó a incendiar los extensos y tupidos bosques cordilleranos.  Llamó desierto a la meseta, a la que pronto inundaría con ovejas reemplazando los guanacos, dando inicio a una auténtica desertificación.  Se desesperó por repoblar la zona con inmigrantes de origen europeo.  Convirtió el territorio en hectáreas que no alcanzaba a regalar ni repartir entre las familias patricias y no tanto.  Capitales de origen inglés concretaron por fin sus planes comerciales, con estancias más extensas que muchos reinos.  Bajo consejo del infausto perito Moreno, quien exhibía en su museo de La Plata al lonko Inacayal y su familia, se sembraron truchas en ríos y lagos, se introdujeron jabalíes y ciervos colorados para atraer a cazadores y viajeros (futuros turistas).  La creación de los parques nacionales, ubicados en zonas limítrofes y en disputa con la naciente patria chilena, dio el consentimiento simbólico y material para que se arrasara con todo el espacio que no era Parque, sin mencionar la represión y los desalojos que continuaron a manos de los primeros guardaparques y la policía de frontera (hoy gendarmería).  Las concesiones a empresas forestales para la tala de bosque nativo, seguida por plantaciones de pinos motorizadas por las oficinas llamadas perversamente

“de bosques” significaron auténticas políticas de colonización y destrucción ambiental que tornaban inviable el espacio para la vida de especies nativas y pueblos preexistentes.

 

Motivos filosóficos. Resulta para muchxs claro que la civilización que se ha mundializado, capitalista, consumista, colonialista, supremacista, antropocéntrica, patriarcal, industrialista, imperialista, evangelizadora, es una civilización que resulta nociva para la vida, que ha llevado al planeta a condiciones límites, causando la extinción de miles de especies y rompiendo el equilibrio de todos los ecosistemas con los que tuvo contacto.  Creyendo que el universo entero está al servicio del ser humano y siquiera de toda la especie sino de sólo un puñado, se han cometido atrocidades que bien pueden llamarse Terricidios o Ecocidios.  Si la especie humana es capaz de vivir en armonía con el resto es algo que sólo podremos responder cuando hayamos dejado atrás la concepción especista y patriarcal incubada desde hace largo tiempo.  Los llamados pueblos originarios tenían (y aún tienen) otras ideas del mundo, de la naturaleza, del lugar humano en la biósfera.  Acaso la primera tarea de la Antropología consistió en etiquetar estas Otredades, aún mientras estaban siendo objeto de exterminio, para guardarlas en el anaquel de “culturas primitivas o salvajes”.  Necesitamos como especie una cosmovisión donde lo humano no sea el centro ni la medida, donde quebrar un equilibrio sea lo último pensable.  Donde la vida y no sólo la humana, cobre dimensión de lo sagrado.  Las cosmovisiones originarias y la mapuche no es la excepción, tienen todos esos elementos y más.  Por eso resulta imprescindible que sobrevivan, que se recuperen y que recobren su fuerza.  En el caso de la cosmología mapuche, esto puede ocurrir en la medida que recuperan territorio y vuelven a habitarlo como pueblo autónomo, según su manera ancestral. La sola concepción de considerarse parte del territorio y no sus dueños, nos habla de una sabiduría antigua, de la cual tenemos todo que aprender.

 

Motivos de Solidaridad militante.  En las recuperaciones territoriales mapuche, hay un grupo humano dispuesto a abandonar las comodidades urbanas, la manera de habitar capitalista en núcleos familiares sobre una propiedad privada e individual.  Hay un grupo dispuesto a ensayar formas comunitarias, con su propia espiritualidad y formas sociales, afrontando el racismo social impuesto por la lógica del Uno y del Capital, enfrentando la hostilidad de terratenientes (herederos de los despojadores), enfrentando a grupos armados, sicariatos, policías de distintos colores que responden a gobiernos que responden a intereses económicos.  La fuerza y valentía que requieren todos estos actos y sostenerlos en el tiempo frente a todas las adversidades, represión, estigmatización, deconstruyendo al mismo tiempo lo que la opresión capitalista introyectó dentro de cada cuerpo, en paralelo abriéndose a recuperar la lengua, las costumbres, la historia y la cultura que intentó ser exterminada, son gigantescas.  Si no podemos ver esta acción profundamente antisistémica, si no podemos al menos solidarizarnos y como podamos, unirnos en su esfuerzo, nuestro campo pensable de acciones revolucionarias se reduce casi a cero.

Programa 19

Programa 19

Editorial

¿Por qué hacer un programa de radio sobre lo que sabemos todxs, sobre aquello que tanto nosotres como quienes escuchan esto, conocen y vivieron?

¿Puede ayudar en algo un programa de radio, o mejor aún, una radio comunitaria, a conjurar tantas vivencias de despojo y devastación? 

Rumiamos estos interrogantes y rápidamente emerge cierta apuesta a la conversa y el lenguaje, a alguna sonoridad para amenizar la crudeza, a la palabra en común para abordar, para abrazar colectivamente, desde lo simbólico, elaborar lo vivido.  Tornar lo atravesado un poco legible-interpretable-llevable al pasar por un lenguaje en común.

Puede sonar raro, pero en el lenguaje, como en el verano, hay mucho de abundancia. En esa abundancia soñamos fotosíntesis y oxígenos para afrontar una realidad asfixiante.

El exceso de ruidos, la saturación informativa y los medios de distorsión y derechización masivos, que aplastan la abundancia y diversidad, entorpecen aún más las posibilidades de entrar en conversa para narrarnos lo vivido y componer saberes. Qué queda de y en nosotrxs si somos incapaces de abordar lo vivido, de encontrarle sentidos y sopesar comprensiones de los escenarios que nos atraviesan.

Narrar, inscribir en el lenguaje, lo presuntamente traumático o amigable quizás permita que se asomen y deslicen grumos de sentidos. Claramente la narración no agotará lo experimentado,  hay excedencia y desmesura en sus efectos y afecciones. Lo abierto, inabarcable, inacabable de las experiencias vividas generará movimiento, lo innombrable como motor de nuevas narraciones.

En las memorias aún de lo recientemente ocurrido hay recolección, recorte y desechos. De ahí la multiplicidad de historias.  No pretendemos neutralismo ni verdades universalisables sino atisbos, arrojos, preguntas, broncas. No dominamos del todo ni lo que pretendemos, ni los recortes que hacemos, ni lo que queda en el tintero. Nos habla el habla del sistema, pero también nos hablan los afectos, las zonas de refugio y resistencia.

Nunca alcanzan, ni alcanzarán los relatos. Nos necesitamos a todxs con complicidad corporal y magia de la presencia en aras de desatrofiar la organización comunitaria y gestar juntes otros veranos, pero también otros otoños, inviernos y primaveras.

Quedarnos una vez más en casa, aisladxs y enmudecidxs sólo abona las derrotas y las pedagogías de la resignación.  Con anestesia y des-afección seguiremos girando en automático la rueda del hámster.

Program 21

Programa 21

Editorial

Y LA GUERRA APENAS HA COMENZADO - tiqqun

A lxs niñxs perdidxs

En el gran cuerpo social del Imperio que tiene la consistencia y la inercia de una medusa varada, en el gran cuerpo social del Imperio que es como una enorme medusa varada con toda su redondez sobre toda la redondez de la Tierra, se han plantado electrodos, centenares, miles de electrodos, un número increíble de electrodos. De tipos tan diversos que incluso ya los hay que ni parecen electrodos. Esta el electrodo Tele, por supuesto, pero también el electrodo Dinero, el electrodo Farmacéutica y el electrodo Jovencita. Por medio de estos miles, estos millones de electrodos, de naturaleza tan diversa que he renunciado a contarlos, se mantiene el encefalograma plano de la metrópolis imperial.

Por estos canales, imperceptibles para la mayoría, se emiten sin pausa las informaciones, los cambios de ánimo, los afectos y contra-afectos susceptibles de prolongar el sueño universal. Hay periodistas, sociólogos, policías, intelectuales, profesores y demás agentes de un incomprensible voluntariado a los que se le ha delegado la tarea de orientar la actividad de los electrodos.

 Es conveniente mantener un cierto nivel de angustia con el fin de preservar la disponibilidad general a la regresión, el gusto por la dependencia. No por casualidad se difunde en el momento oportuno tal o cual sentimiento de terror, de conformismo o de amenaza.

Nadie debe librarse de esta posición infantil de pasividad hastiada o pendenciera, de saciedad entumecida o de reivindicación quejosa que produce el malvado murmullo de la incubadora imperial.

 El sueño de la época no es el buen sueño que procura el descanso, sino más bien un sueño angustiado que os deja más exhaustos todavía, deseosos solamente de volver a él para alejaros un poco más de la irritante realidad. Es la anestesia que requiere una anestesia aún más profunda.

Aquellos que por suerte o por desgracia se sustraen al sueño prescrito, nacen a este mundo como niñxs perdidxs. ¿Dónde están las palabras, dónde la casa, dónde mis antepasados, dónde están mis amores, dónde mis amigos?

No existen, mi niñx. Todo está por construir. Debes construir la lengua que habitarás y debes encontrar los antepasados que te hagan más libre. Debes construir la casa donde ya no vivirás solx. Y debes construir la nueva educación sentimental mediante la que amarás de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad general, porque lxs que se han despertado son la pesadilla de aquellos que todavía duermen.

Programa 22

Programa 22

Lectura disparadora

Cuesta recordarlo, pero había una vez un mundo lleno de esperanzas. Una vez en que el tercer mundo y sus múltiples rebeliones desafiaron al capitalismo desarrollado del primer mundo como nunca antes había sucedido. Una vez en que el capital multinacional se vio obligado a un momentáneo repliegue táctico. Hubo una vez en que el imperialismo se vio amenazado, y así, amenazado por el triunfo de la revolución cubana del 59, atravesó toda la década del 60 hasta la victoria vietnamita del 75, con ese coletazo final del sandinismo en el 79, y esa fiesta de insubordinados que se celebró en el 68 con los levantamientos obreros y estudiantiles en las principales metrópolis del imperialismo occidental, tanto en Europa como en Japón y los Estados Unidos. Frente a  la rebelión del tercer mundo que marco a fuego los años 60 y 70 con la consiguiente crisis de la dominación capitalista se desarrollo la contraofensiva conservadora mundial del capital que padecemos hasta hoy. En ese contexto, en medio de un enfrentamiento que no reparo en incluir la lucha armada contra el régimen de opresión, el 24 de marzo de 1976 las fuerzas armadas toman el poder en la llamada argentina... acaso es posible hablar hoy en la radio  sin pudor de otra cosa que no sea acerca de la tortura, el asesinato, la humillación y el despojo cuando el orden de la realidad en que vivimos se asienta en ellos. ¿Cómo se explica que los obreros y los sectores más postergados de la sociedad no se rebelen contra quienes los someten?, ¿Cómo se explica que lxs oprimidxs voten a sus verdugos?, ¿cuáles son las trampas tendidas en el seno de la propia subjetividad que nos llevan a convalidar, aun sin querer, un sistema opresor, injusto y desigual?, ¿cuál es y cómo funciona esa dialéctica siniestra encarnada dentro de nosotrxs que nos impide rebelarnos contra aquello que nos despoja de los bienes materiales, de los bienes simbólicos y de la vida misma?  
El poder exige sacrificios, sacrificios ecológicos y humanos. El poder exige sacrificios pero además busca el consenso. Triste es reconocerlo, pero capturados por el discurso del poder colaboramos para sostenerlo. Complacientes y cómplices, contribuimos a reforzar la omnipotencia del poder y el poder logra el consenso ligando el deseo a las representaciones que el mismo poder ofrece.  
Los tiempos han cambiado y no necesariamente para bien. A los tradicionales recursos desplegados para coartar la rebelión antagónica se le han agregado otros y los han ido sofisticando y perfeccionando. El presente es cada vez más mortífero. La naturaleza está en llamas. Ya casi no nos encontramos con lxs otrxs, muchxs otrxs están desaparecidxs. Las utopías secuestradas sueñan con volver a caminar. Retoñemos por otros vuelos que vuelvan a poblar el mundo de esperanzas, aunque cueste recordarlo”.                                                                                                 

Texto de Juan Carlos Volnovich adaptado para el programa radial Embarrando el Aire

Programa 23

Programa 23

Lectura disparadora

"Por algo será" 
La recuperación de las instituciones democráticas significó en nuestro país una cierta lectura de la dictadura militar. No es sólo un juego con los tiempos verbales si nos preguntamos acerca de "cómo fue la transición para saber cómo será la dictadura". Es que, como sabemos, cada época política lee su antecedente en función de los intereses inmediatos y de la correlación de fuerzas ideológicas existentes. 


Por una parte, la salida de la Guerra de Malvinas fue el escenario más adecuado para obturar cualquier reflexión o debate acerca del lugar de la violencia en la historia de América Latina y de la Argentina; la llegada al poder del radicalismo implicó el predominio de formas parlamentarias y de un borramiento, por lo menos parcial, de las responsabilidades de los políticos durante la represión. 


La "clase" política instaló el tema desde la perspectiva del "exceso y del 
error" y aunque el juzgamiento de los comandantes fue el resultado residual de las movilizaciones de masas e implicó en la sentencia la negación de los "errores y excesos", durante un tiempo para la sociedad civil los desaparecidos habían sido objeto de arbitrariedad (porque no "tenían nada que ver" o porque no habían sido juzgados). Solo algunos organismos de derechos humanos y ciertas estructuras políticas reivindicaban la estrecha relación entre la represión y la actividad de los desaparecidos y asesinados, además de los miles de presos políticos y cesanteados y exiliados. 

 

Con el correr del tiempo y de manera dificultosa comenzó una tarea de concientización social en la cual el estereotipo, asimilado por muchos, de que se "desaparecía por cualquier cosa o por llevar un libro prohibido" dejaba lugar a la explicación lógica y racional de que la dictadura había sido tan feroz no por incapacidad sino por haber desarrollado una sistemática y planificada represión de la cual todavía hoy no nos podemos recuperar totalmente. 


El "por algo será", frase que indicaba la indiferencia civil frente a la represión (y su responsabilidad objetiva con la misma), era el leit motiv mediático y ensayístico de una psicología social que tranquilizaba conciencias particulares y alejaba el fantasma de miles de seres que habían tenido una trayectoria social, política y cultural. Lo que había desaparecido no era sólo la persona sino su trayectoria anterior al hecho o en todo caso la transición democrática rescataba aspectos menos contradictorios o para nada causales para que sobre él se ejerciera un acto de violencia física o ideológica. 


Como sucede con otras situaciones políticas, son ciertos factores más objetivos, como la persistencia de la crisis, una renovación generacional que, si bien no está tan involucrada con los 
hechos, desarrolla una gran curiosidad acerca de ellos y sobre todo, la impunidad de los crímenes, todo lo cual promueve que se proyecten sobre el período y sus protagonistas nuevas miradas que se hagan cargo de todas las mochilas posibles. "

Programa 24

Programa 24

Lectura 

Gilles Deleuze
La tristeza, los afectos tristes son todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar.
Y los poderes establecidos necesitan de ellos para convertirnos en sus esclavos.
Los poderes tienen más necesidad de angustiarnos que de reprimirnos.
No es fácil ser un hombre libre: huir de la peste, organizar encuentros, aumentar la capacidad de actuación, afectarse de alegría, multiplicar los afectos que expresan o desarrollan un máximo de afirmación.
Convertir el cuerpo en una fuerza que no se reduzca al organismo, convertir el pensamiento en una fuerza que no se reduzca a la conciencia

Programa 25

Programa 25

Lectura 

Extractivismo rima con militarismo

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7-abril-2023 – Raúl Zibechi – Periódico La Jornada - Mexico

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Algunos hechos muy recientes en nuestro continente suponen una vuelta de tuerca en la militarización de los bienes comunes, ya sea por la vía “legal” o de facto, de la mano de los gobiernos y sus fuerzas armadas o de actores armados “irregulares” que campean a sus anchas cuando los estados les permiten.
La semana pasada se conoció que el gobierno argentino, a través del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, anunció “ocho planes de campaña” que implican la militarización de áreas de “recursos naturales y espacios soberanos”, como Vaca Muerta (el mayor reservorio de hidrocarburos de Argentina), el Atlántico sur y zonas de extracción de litio. El gobierno coloca recursos militares “para resguardar la actividad que realizan las multinacionales.


Es apenas la última perla de un extenso collar de militarizaciones, que van desde los gobiernos de México y Venezuela hasta los de Perú y Chile. Éstos se destacaron recientemente por la violencia indiscriminada contra la población aymara y quechua del sur (Dina Boluarte) y por la masiva implicación de las fuerzas armadas en la defensa de las empresas forestales ante el pueblo mapuche (Gabriel Boric).
El brasileño Jair Bolsonaro entregó el control de la Amazonia a las fuerzas armadas, que la “protegen” desde la dictadura militar que duro desde1964 a 1985, pero ahora el gobierno de Lula da Silva parece decidido a renovar la licencia ambiental de Belo Monte, gigantesca represa en la Amazonia que provocó “una crisis humanitaria y ambiental en una de las regiones más diversas de la mayor selva tropical del planeta” .
Según la docente de la Escuela Florestan Fernandes del MST, Silvia Adoue, tras reunirse con las fuerzas armadas Lula decidió “destinar el Fondo Amazonia para aumentar la presencia de la Policía Federal y la Policía Nacional de Carreteras en la Amazonia, que los créditos de carbono serían invertidos en la vigilancia de la región por las fuerzas armadas, que además serían mejor equipadas para desarrollar esas tareas”.
No se menciona la posibilidad de reducir la extracción de minerales de la Amazonia. Adoue concluye en comunicación personal: “La codicia despertada en la sociedad como un todo por la demanda de minerales para la industria 4.0, crea una nueva subjetividad extractivista, que contamina todas las relaciones”.


La militarización de los recursos naturales para su explotación por las multinacionales (bienes comunes para la vida de los pueblos según nosotros) se ha convertido en una característica estratégica del capitalismo neoliberal en esta fase de extrema violencia.
La jefa del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, destacó la importancia de los bienes comunes para su país y enfatizó en el Triángulo del Litio (Argentina, Chile y Bolivia), el oro de Venezuela, el petróleo en Guyana y recordó que 31 por ciento del agua dulce del mundo se encuentra en la región, por eso dijo “tenemos mucho por hacer”.
En su competencia con China, Estados Unidos necesita subordinar aún más su patio trasero, en la misma sintonía de lo que sucede con Europa aunque con características diferentes. Como históricos proveedores de “materias primas”, nos corresponde seguir en ese trillo subordinando la soberanía de las naciones a las necesidades imperiales. Del imperio que sea, es necesario aclarar.


Si la militarización tiene carácter estructural, esto quiere decir que para los pueblos y los sectores populares los “derechos” y la legalidad constitucional caducan en las áreas donde opera la alianza militares/multinacionales. Por tanto, apelar a tales derechos sólo tiene sentido como propaganda, para mostrar que las reglas definidas por el sistema no se cumplen. Pero sería muy irresponsable construir estrategias sobre la base de derechos que no se van a respetar.
Por eso tenemos que responder cómo vamos a hacer para defender los bienes comunes de la guerra contra los pueblos y contra la vida.


En realidad es una de las tareas más complejas que tenemos por delante, porque no existen precedentes, ya que el viraje militarista del capitalismo y el secuestro de los estados por el capital financiero, modificaron las reglas del juego.
Los pueblos agrupados en el CNI (Congreso Nacional Indígena) y el EZLN han definido la “resistencia civil pacífica”, que tiene enormes costos de desgaste para las comunidades y una gran virtud: es la voluntad de los pueblos de no entrar en una guerra que sólo puede beneficiar al capital.


Este mes el CNI realizará una extensa caravana por varios estados del sur que finalizará con un encuentro internacional en San Cristóbal de las Casas, bajo el lema “¡El Sur resiste!” Acompañar la caravana es una de las tareas necesarias para pasar de la indignación ante tanto despojo, a la acción colectiva para la defensa de la madre tierra y de los pueblos que la habitan.

Programa 26

Programa 26

Lectura 

Me parece que solo se avivan de las injusticias cuando es flagrante.
Tampoco serviría de mucho que se sublevaran seguido, mientras sigan sin tener pensada su alternativa.
Cut, cut. En los ciclos de antes los revolucionarios tenían todos los pasos muy preparados, la ruta. 
Pero derrapaban ¿no?; cuando tenían el mando y había que dar pasos nuevos claudicaban. 
Habría que preguntarse si vale la pena dar tantas vidas contra un régimen de tarados para poner en el poder a un ejército de posibles neuróticos.
Con taras de origen como uno; es que nacimos en estos, adentro de esto,
Yo un poco tarado me siento.
Cut, lo que no sé es cómo se empieza a hacer algo...
¿Algo útil? ¿Digamos productivo?
Sopesaron en silencio las palabras que habían usado, algunas, como reconociendo que no eran las palabras precisas. EL alto se rió: Habría que empezar encontrando un nombre para lo que uno quiere, dijo. Dejó caer la piedra para abarcar la batalla y agregó: Tanto fuego tenemos, y tan poca imaginación.

Programa 27

Programa 27

Editorial

Nacemos en una asimetría inconmensurable, a merced de otres que nos alimentan, nos abrigan, nos cargan, nos limpian.  Gritamos antes de soñarnos como unidad, y algo pasa cuando otre le inventa significado a ese grito y acciona en función de eso que cree que decimos, “tiene hambre”, “le duele la panza”, “no le gustan los ruidos”, significaciones que a su vez a este otre que materna le vendrán de su cultura, de su historia.  Si esto no pasa, nos morimos en un sentido pleno.  Si casi no pasa, no nos constituimos como ser social.

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Luego de un tiempo, nos apropiamos de una lengua, de una cultura, de una clase social, de una cosmovisión, etc, etc, etc.  Nada de esto elegimos ni podríamos elegir, en el mejor de los casos por ejemplo, elegiremos hablar o no, una segunda lengua, o proletarizarnos, o “ascender” socialmente.  Todo esto en nuestra cultura, solemos hacerlo dentro de una familia, que carga con roles y jerarquías. 

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Crecemos un poco más y a la escuela, institución piramidal en la que nos toca estar en la base.  Muchas de las cosas que pasan allí, las deciden personas que no conocemos y que nunca nos conocerán.  Y hasta muchas de esas cosas que suceden o no suceden son decididas por entes abstractos llamados “aseguradoras”.

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Simultáneamente, algún día nos enfermamos, vamos al “hospi”, a las clínicas si tenemos dinero, a la salita.  Automáticamente  pasamos a un universo donde alguien sabe y dispone de nuestros cuerpos.  Las decisiones se toman en base a info que sólo es asequible a expertos, que a la vez están totalmente jerarquizados.

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Con algo de suerte, logramos armar grupo con amigues, con pares o participamos en algún taller u otro espacio que intente habitar otras lógicas.  Tal vez remanso del control.

Damos un par de vueltas más al sol y habitamos el mundo laboral, aunque sea como desocupade, nos toca nuevamente transitar mil y una formas de verticalidad.  Muy poques ensayan, bocetan formas de trabajo más colectivas y no centradas en la explotación.

Antes de abandonar esta simplificación, cabe aclarar que cada une porta rasgos (género, clase social, apariencia, etnicidad, etc.) que implican valoraciones jerarquizadas por la cultura hegemónica.

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No nos olvidemos de las leyes y códigos que enmarcan nuestras vidas, sobre las que tampoco tenemos poder de decisión.

Si este es el transcurrir que nos constituye a la mayoría, por qué queremos que cuando se apuesta a un espacio horizontal, las cosas automáticamente marchen bien, cuando lo más probable es que surja permanentemente lo que aprendimos durante toda nuestra vida. ¿No es lo más esperable, que reproduzcamos papeles que ejecutamos o vimos ejecutar, quién sabe, quién decide, quién obedece, quién manda, quién fuga, quién enfrenta, más allá  de nuestras genuinas intenciones de construir otra cosa?

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Quizás el recorrido de estas palabras no sea mucho más que el convocar a tenernos más paciencia, a abandonar la aspiración de que por arte de magia o por voluntad, una asamblea sea un espacio en el que sin más reine la horizontalidad. Quizás siempre, aún sin saberlo, cada vez que nos juntemos en un espacio que busque la horizontalidad, la principal tarea sea la de darnos la oportunidad de experimentar otras lógicas de organizarnos, donde nadie vale más que nadie, donde todes podamos decidir.  Acaso el resultado de esta experiencia implica en sí mismo la ruptura del sistema que pretende formatear nuestras vidas.

Prgrama 28

Programa 28

Editorial

Los hongos son, entre los seres vivos que nos rodean, quizás los que más tienden a resistir el vaciamiento que producen los discursos científicos.  Por más enciclopedias de botánica o tratados de micología que leamos, algo de los hongos escapa para habitar en el misterio y en la magia.

¿Será por su gran diversidad y los muy diferentes vínculos que nos proponen?  Hongos comunicación, sanación, sabiduría, alimento, veneno, locura, brujas, arte, ritual, putrefacción, fantasía.

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¿Será porque gran parte de su ser permanece oculto bajo el suelo, lejos de la luz, del alcance de nuestras miradas? ¿Será porque en estos lares solemos recolectarlos y nos retrotraen a antiguas lógicas previas al sedentarismo, en donde siempre interviene el azar, el don, lo lúdico?  Salir a juntar hongos redirige nuestras miradas en las caminatas, aquel sendero ya no es el de siempre, deja de ser el camino a alguna parte, con invitaciones constantes a perderlo. ¿O simplemente se deberá a las ilustraciones de los cuentos infantiles y las superproducciones de Disney?

 

Paso otra vez, hablar de hongos, dedicarles un programa, era tal vez el intento de desprendernos del antropocentrismo, pero es difícil, parece que siempre terminamos hablando de los que nos pasa a nosotrxs.

 

Es que los hongos parecieran no hablar, y eso en radio es un problema, entonces nos toca hablarlos y cuando hablamos, recortamos, ordenamos y desordenamos, y el hongo como tal desaparece.

 

No podemos dejar de percibir y pensar a los hongos desde nuestra lógica humana, quizás por ahora lo más lejos que podemos llegar en nuestro desprendernos del centro, es afirmar que los hongos nos preexisten y que aún abandonando el exterminio capitalista, es probable que duren más que nosotrxs en este planeta. Entender que no existen para servirnos, no somos nosotres quienes le damos sentido.

 

Las formas complejas y únicas con las que se relacionan con otros seres vivos,  su capacidad para transformar ambientes son sólo la partes visibles de los micelios que nutren gran parte de nuestros misterios.

Programa 29

Programa 29

Editorial

Desde hace ya un tiempo, se proclamó el fin de los grandes relatos. Pero inmediatamente, se impuso un relato distópico global, casi como un destino apocalíptico de colapso que clausura sentidos y biodiversidades, que se alimenta de nuestras impotencias, cansancios, confusiones y miedos.


¿Cómo, en medio de la tormenta terricida del capital,  estarnos resistiendo y explorando colectivamente ecotopías concretas?, ¿cómo devenir territorio sin morir en el intento?

¿Cómo encontrar una otra cosmología, una cultura no antropocéntrica, opuesta a la pesadilla de destrucción llamada progreso,una cultura que re-encante el mundo reintegrándonos a todo lo que fragmentó-separó- rompió el modo citadino-moderno y capitalista de habitar?. 
Reintegrarnos con humildad a la trama de la vida es una invitación a repensar las escalas, la proporcionalidad apropiada para cada territorio, la adecuación de la herramienta, la relación con el alimento, la producción y acopio local respetando los ciclos vitales. Es una invitación a simplificar, a retirar infraestructuras para que retoñe la dinámica y metabolización regenerativa de lo natural-salvaje escondido bajo el pavimento, invadido con GPSs colocados en animales y pesticidas en la comida. 


Una invitación a reacomodar los parámetros y criterios con que medimos las cosas, redibujando juntxs eso que lxs amigxs origanarixs llaman “Buen Vivir”, abriendo otros imaginarios de felicidad, de salud y convivencialidad. Una invitación a recuperar la tierra y los saberes-haceres artesanales que nos conectan con la vida en aprendizajes directos, con la producción básica de alimentos y de hogares en común. Saberes, destrezas y haceres que al perderlos con la industrialización nos llenaron de dependencias, de mediadores coorporativos, de expertólogos, de hiperprecariedad, y nos encerraron en la esclavitud asalariada. 


Recuperar la tierra, pero también las calles y los silencios íntimos. Recuperar la capacidad de encuentro, de escucha.   Recuperar la capacidad para construir comunidad.
Recuperar la espiritualidad atrofiada, capaz de librarnos de la catarata de adicciones, dolencias, padecimientos y consumos escapistas.  Necesitamos nuevos paradigmas para enfrentar tamaña alienación que pretende someternos a un duelo eterno sin comunidad y sin ritos. 


Repensar la ruralidad y la semi-ruralidad apostando a que cada cual conecte con el alimento, con las huertas colectivas, las arboledas y los árboles frutales, la siembra-cosecha y recolección. Con lo autóctono y local, sin la homogeneización de la jardinería ornamental y las góndolas de los supermercados. A conocer y cuidar en común los circuitos y flujo del agua.


Las dicotomías campo/ciudad, urbano/rural no hablan o dejan sobrando demasiadas cosas inconmensurables: Bosques y montes nativos, cerros, glaciares, fauna "silvestre", ríos, lagos y mares.  Entonces,  quizás sea hora de ir abandonando esas claves cartesianas para pensar el espacio y los territorios que nos proponemos habitar de modos muy otros.


Para que la pesadilla de la distopía terricida no se siga propagando urge una transformación de las relaciones que tenemos entre nosotres, con la tierra y el alimento; urge considerar todas las formas de vida y el impacto que nuestros modelos de producción tienen sobre ellas y el planeta. 

Urgen culturas de la tierra, agroecologías y cosmo-praxis del huertear-hacer-cocinar y compartir. Urge el devenir de las ciudades en granjas. Urge recuperar y defender ruralidades comunales y autónomas, en el camino de vivir en armonía con la madre tierra.

Programa 30

Programa 30

Editorial

Quizás no nos lo preguntamos seguido porque estamos acostumbrades, pero es muy extraña la forma en que vivimos. Si llegasen de repente a nuestro mundo, no entenderían que si alguien tiene hambre no tome la fruta que se exhibe en un cajón, o que no se le suela ocurrir salir a recolectar alimentos o producirlos. Tampoco parecería lógico que si la gran mayoría cree que se avecinan catástrofes por la depredación que hacemos del planeta, no paremos de hacerlo. Es que si nos alejamos un rato de nuestra cotidianeidad, es raro explicarnos a nosotres mismes por qué seguimos formando parte de este sistema en el que no creemos, por qué lejos de patear el tablero, damos vueltas a sus manivelas cada día.

Llegades a este punto, o somos estupides, o hay en esta maquinaria muchas trampas que nos aprisionan. Sabemos que no somos estupides, así que vamos por la segunda.Creemos que no se trata de una sola cosa, sino que hay dispersos en nuestra manera de experimentar la vida muchos núcleos de sentido que nos hunden en la insensatez con la que vivimos. Habrá que ir pensándolos uno a uno en un intento de desanudar esta telaraña. Casi solapado, más presente en las publicidades que en los tratados de sociología, se encuentra el confort. La comodidad material. Obtener todas las herramientas posibles para estar a gusto. Y claro, ahí está el mercado como gran proveedor. Ahora bien, de qué se trata este confort? El confort parece estar asociado al no esfuerzo, a permanecer lo más quietx posible, al placer desapasionado. Parece mucho más ligado al consumir que al producir. En el confort no hay tensión ni muscular ni de ningún otro tipo, ni conflicto, ni proceso. El confort se opone al dolor, pero también al deseo y al desafío. El confort busca acomodar el mundo para estar cómodxs: asfalto, cloacas, desmalezamientos, entubar ríos, exterminar especies, etc., etc., o en otro sentido, simplemente alejarlo, despegarse de él, no pensar en lo que te pueda inquietar.

 Es raro, porque a veces nos esforzamos mucho para no esforzarnos, nos rompemos la espalda con horas extra, o si somos de les elegidxs, hacemos que se la rompan otres, para llegar a obtener el sillón que nos permitirá extrema comodidad al momento de mirar una pantalla, que será mucho más confortable mientras menos nos haga pensar y menos sentimientos nos despierte.  Lo ideal, es acompañar la velada con una comida pedida con una aplicación, que bueno, ni siquiera demanda hablar con nadie para obtenerla, todo esto si no logramos contar con servicio doméstico. La verdad es que no todes contamos con un sillón,  está en juego el poder adquisitivo. Queda entonces buscar la silla más cómoda posible y ponerse a soñar lo felices que seremos cuando podamos comprar el último celular que acaba de salir. Tranquile, tu vida está por cambiar, pronto podrás trabajar desde tu casa, un alivio abandonar los traslados y no tener que bancarte a tus compañeres de trabajo.  Estar disponible 24/7 es un detalle. Resulta poco confortable pensar en lo que sigue, pero el mundo del hiperconsumo y el confort, necesariamente cuenta para existir con una vasta economía de la crueldad y la hiperexplotación.  Hablamos de las redes de trata de personas, los talleres clandestinos y no tanto, la desforestación sin pausa, la destrucción de montañas y comunidades, la apropiación del agua, el envenenamiento con agrotóxicos, el contínuo despojo a las comunidades, las guerras y pandemias de diseño.  La ilusión de comodidad cotiza caro.

 

Gracias Sr. Alienígena, con su pregunta nos ha llevado a considerar que despertar de la modorra capitalista, si bien no es fácil ni seductor, puede ser un comienzo. Habrá que desentumecernos, la quietud nos ha debilitado. Soles no podemos, ni queremos. Será con otres que entremos en los desafíos de la incomodidad de buenos vivires.

Programa 31

Programa 31

Editorial

Por qué no hacer demandas: una estrategia para la construcción colectiva

Basado en los textos de Crimethinc 2015, Por qué no hacemos demandas y de Raúl Zibechi, Tiempos de colapso, 2020

 

Muchas veces, cuando surgen movimientos de base suelen criticarle que carecen de demandas claras.  Incluso aquelles que demandan demandas con las mejores intenciones, malinterpretan la falta de demandas como una omisión en lugar de una decisión estratégica. Los movimientos sin demanda de hoy no son una expresión de inmadurez política, sino otra forma de hacer política.  Veamos por qué:

 

1. Hacer demandas te pone en una posición de negociación débil.

Incluso si la intención es simplemente negociar, explicar desde el principio lo mínimo necesario para apaciguar las acciones, implica asumir una posición de debilidad.

No hay posición más fuerte que poder implementar los cambios que deseamos, sin pasar por las instituciones oficiales, el verdadero significado de la acción directa. Cuando podemos hacer esto, las autoridades se apresuran a ofrecernos todo en vano, les desespera saber que no hay nada que negociar.

 

2. Limitar un movimiento a demandas específicas sofoca la diversidad.

Las personas que tienen demandas diferentes, o que no tienen, pueden construir el poder colectivo juntes. Si entendemos los movimientos como espacios de diálogo, coordinación, y acción, es fácil imaginar cómo un solo movimiento podría avanzar en una variedad de agendas. Cuanto más horizontal la organización estructural, más fácil acomodar objetivos diversos.

En la práctica, todos los movimientos están destrozados por conflictos internos sobre cómo estructurarse y cómo priorizar los objetivos. La demanda de demandas generalmente surge en un movimiento como un juego de poder por parte de las facciones a las que les interesan más las instituciones prevalecientes, como un medio para deslegitimar a aquellos que desean construir el poder de forma autónoma en lugar de pedirle a las autoridades.

Obligar a un movimiento diverso a que reduzca su agenda a unas pocas demandas inevitablemente consolida el poder en manos de una minoría.

Un movimiento con espacio para la diferencia puede crecer; movimientos basados en la unanimidad fallan. La unanimidad muchas veces se toma por consenso, cuando este último siempre supone la existencia constructiva y no ocluída del disenso.  Un movimiento que incluye una variedad de agendas es flexible, impredecible, difícil de comprar. Es difícil engañar a sus participantes para que renuncien a su autonomía a cambio de algunas concesiones.

 

3. Limitar un movimiento a demandas específicas da la impresión falsa de que existen soluciones fáciles a problemas complejos.

Es un error prometer soluciones fáciles en un vano intento de legitimarnos, especialmente para aquelles de nosotres que creemos que el problema fundamental no se trata de ajustes de políticas, sino de la distribución desigual del poder y la libertad en nuestra sociedad. No es nuestra responsabilidad presentar soluciones hechas para ser aplaudidas por las masas. Nuestro desafío, más bien, es crear espacios donde las personas puedan discutir e implementar soluciones directamente, de manera continua y colectiva. En lugar de proponer soluciones rápidas, deberíamos difundir nuevas prácticas. No necesitamos planos, sino puntos de partida.

 

4. Hacer demandas supone querer cosas que nuestro adversario puede otorgar

En realidad, es dudoso que las instituciones prevalecientes puedan otorgar la mayoría de las cosas que queremos, aun si nuestros gobernantes tuvieran corazones de oro. Ninguna iniciativa corporativa detendrá el cambio climático; ninguna agencia gubernamental va a dejar de espiar a la población; ninguna fuerza policial va a dejar de reprimir al servicio de los poderosos de siempre. Sólo les organizadores de las ONG todavía se aferran a la ilusión de que estas cosas son posibles, probablemente porque sus trabajos dependen de ello.

La política basada en la demanda limita todo el alcance del cambio a reformas que cumplen con la lógica del orden existente, difiriendo el cambio real para siempre más allá del horizonte.

No sirve de nada pedirle a las autoridades cosas que no pueden o quieren otorgar. Tampoco debemos darles excusas para adquirir aún más poder del que ya tienen, bajo el pretexto de que lo necesitan para cumplir con nuestras demandas.

 

5. Hacer demandas a las autoridades legitima su poder

Pasa demasiado seguido que las organizaciones sin fines de lucro y las coaliciones de izquierda presenten demandas que saben que nunca se concederán: no invadan a Iraq, no corten el presupuesto de la educación, subsidien a las personas en vez de los bancos, hagan que la policía deje de matar. A cambio de breves audiencias con burócratas quienes rinden cuentas a jugadores mucho más astutos, diluyen sus políticas e intentan que sus compañeres más radicalizadxs se comporten. Esto es lo que llaman pragmatismo.

Tales esfuerzos no logran su propósito original, pero si consiguen algo: enmarcan una narrativa donde las instituciones existentes son los únicos protagonistas concebibles para lograr cambios.

La autodeterminación real no es algo que la autoridad nos pueda otorgar. Tenemos que desarrollarlo actuando con nuestra propia fuerza, centrándonos en la narrativa como protagonistas de la historia.

 

6. Hacer demandas establece a algunas personas como representantes del movimiento, estableciendo una jerarquía interna

En la práctica, unificar un movimiento detrás de demandas específicas generalmente significa designar portavoces para negociar en nuestro nombre. Incluso si se eligen “democráticamente”, sobre la base de su compromiso y experiencia, no pueden evitar desarrollar intereses diferentes a les otres participantes como consecuencia del papel que desempeñan.  Es una forma muy sencilla y eficaz de romper la horizontalidad.

Para mantener la credibilidad en su papel de negociadores/as, les portavoces deben ser capaces de apaciguar o aislar a cualquiera que no esté dispueste a aceptar las condiciones de las negociaciones. Para les que aspiran al liderazgo, esto les incentiva a demostrar que pueden pacificar el movimiento, con la esperanza de ganarse un puesto en las mesas de negociaciones.

 

7. A veces, lo peor que le puede pasar a un movimiento es que se cumplan sus demandas.

La reforma sirve para estabilizar y preservar el status quo, matando el impulso de los movimientos sociales, asegurando que no se produzca un cambio más profundo. Otorgar pequeñas demandas sirve para dividir un movimiento poderoso, persuadiendo a les participantes menos comprometides de irse a casa o hacer la vista gorda ante la represión de aquelles que no quedan complacides. Estas pequeñas victorias sólo se otorgan porque las autoridades las consideran la mejor manera de evitar cambios mayores.

En tiempos de agitación, cuando todo está en juego, una forma de desactivar una revuelta creciente es otorgar sus demandas antes de que tenga tiempo de escalar.

 

8. Prescindir de las demandas no significa ceder el espacio en el discurso político.

Quizás el argumento más persuasivo a favor de hacer demandas concretas es que si no las hacemos, otres lo harán, arrebatando el impulso de nuestra organización para avanzar en sus propias agendas. ¿Qué pasaría si, debido a que no presentamos las demandas, la gente termina consolidándose en torno a una plataforma reformista liberal o, como en muchas partes de Europa hoy, una agenda nacionalista de derecha?

Esto ilustra el peligro de no expresar nuestras visiones de transformación a aquelles con quienes compartimos las calles. Es un error escalar nuestras tácticas sin comunicarnos acerca de nuestros objetivos, como si toda confrontación tendiera necesariamente hacia la liberación.

Si siempre ocultamos nuestros deseos radicales dentro de un frente reformista común por temor a espantar al público en general, los que estén impacientes por un cambio real tendrán más probabilidades de caer en los brazos de nacionalistas y fascistas, como los únicos que buscan abiertamente desafiar el statu quo. Necesitamos ser explícites sobre lo que queremos y cómo pretendemos conseguirlo: queremos autodeterminación, algo que nadie nos puede dar.

 

9. ¿Si no hay demandas, entonces qué?

La forma en que analizamos, la forma en que nos organizamos, la forma en que luchamos, deben hablar por sí mismas. Deberían servir como una invitación para unirse a nosotres en una forma diferente de hacer política, basada en la acción directa en lugar de hacer peticiones. Si debemos enviar un mensaje a las autoridades, que sea este enunciado simple: no te metas con nosotres.

 

En lugar de hacer demandas, podemos establecer objetivos en nuestros propios términos, a nuestro propio ritmo. No necesitan enmarcarse dentro de la lógica de los poderes gobernantes, y su realización no depende de la buena voluntad de las autoridades.  Al perseguir y alcanzar objetivos, desarrollamos la capacidad de buscar objetivos cada vez más ambiciosos.

 

10. La manifestaciones o marchas no siempre se explican como parte de una demanda al Estado, gobierno o patronal

En Abya Yala (América), pueblos originarios y afrodescendientes casi no utilizan las manifestaciones dentro de un abanico de acciones directas, cuando lo hacen, es en torno a la defensa, recuperación y afirmación de sus territorios, de sus culturas y cosmovisiones.

El tipo de relación que mantienen los pueblos en movimiento con los Estados es más compleja que la simple demanda: básicamente no buscan derechos, sino su reconocimiento como pueblos, o sea, su autogobierno en territorios propios, con autoridades propias, elegidas según sus usos y costumbres.  Se trata de volver a convertir la tierra en territorio, o re-territorializarse como pueblo.

 

11. Las manifestaciones como espectáculo, un camino a la domesticación mediática de la demanda

Buscando impactar en la sociedad, algunos movimientos han asumido el espectáculo como nuevo repertorio de la acción colectiva, para romper el cerco informativo y tratar de instrumentalizar la televisión.   Sin embargo, el lenguaje apolítico del espectáculo no sólo puede mantener las demandas del movimiento brevemente en la agenda política, sino que también se arriesga ser sometides a un proceso de domesticación mediática.

Los medios de comunicación masivos, en particular la televisión, buscan despolitizar la protesta social, mostrando recortes de la misma, para ofrecer a la opinión pública imágenes ya sea criminalizadoras o edulcoradas, pero siempre reduccionistas y descontextualizadas de las causas de la movilización.

Entonces, además de pensar objetivos más que demandas, también se hace indispensable pensar cómo queremos divulgar nuestras acciones, evitando ofrecernos gratuitamente como entretenimiento nocturno de medios de comunicación que lejos de ser neutrales, trabajan para sostener el sistema.

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Textos completos:


Por qué no hacemos demandas, Crimethinc

Tiempos de colapso, Raúl Zibechi (Descarga)

 

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Programa 32

Programa 32

Editorial

La guerra permanente y la gran trinchera del Sur

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Otra vez sopa.  No, ojalá…otra vez extractivismo.
El pueblo de Chubut viene resistiendo al extractivismo día tras día, a basureros nucleares, a represas, a la megaminería desde hace 20 años, desde hace 40, desde antes de ser Chubut.  La última batalla fue muy dura, una semana de represión en las ciudades de la costa, cortes de ruta en toda la provincia, 17 edificios tuvieron que arder incluida la casa de gobierno, y muchos y muchas cumpas lastimades, golpeades, criminalizades.  
Pero ellos lo saben bien.  Los grupos que cobran por pensar cómo quebrar la resistencia tenaz, multiplican sus estrategias.  
Sus engendros antipueblo favoritos son proyectos de ley casi imposibles de leer, como todos.  El último, pretende legislar sobre la energía, considerando que todo es energía: un tomate, un río fluyendo, una cascada represable, los minerales de la montaña, sangre de roca a miles de metros bajo la superficie, el aire, el sol, el mar, el volcán, los bosques, las esclavas y esclavos, o sea, quieren legalizar la apropiación de todo, el despojo más profundo y siniestro.
La banalidad del mal escrita por abogades.  
Pero hay una disputa crucial en todo este asunto: les abogades y las empresas que patrocinan, consideran que existen los “recursos naturales” y que son propiedad de los Estados, que además pueden “cedérselos” a precios viles.  Luego de obtenidas las ganancias y pasados los más diversos procesos industriales, siguen considerando que toda la contaminación generada puede esconderse de algún modo, incluso llamándola “pasivos ambientales”, pagando de nuevo un precio vil o directamente ninguno.  Incluso la palabra “Contaminar” encubre que en realidad se trata de envenenar a otros seres, a regiones enteras, causando enfermedad, dolor y muerte. A esto se dedica el extractivismo, sea nacional, extranjero o bajo control obrero.
Los pueblos como el de Chubut, y de muchos otros lados, consideran que existen “bienes comunes” que deben cuidarse, nunca cederse ni venderse, que no pueden ser considerados propiedad de nadie, ni del Estado ni de un privado, y que su contaminación o destrucción es un crimen, un “terricidio”.  Que quienes construyeron la represa Futaleufú, inaugurada durante el gobierno del genocida Videla, cometieron un acto de injusticia innombrable, contra el río, contra el bosque, contra los animales, contra las familias desalojadas, contra las futuras generaciones.  Una canallada que sólo puede ser parcialmente reparada cuando se destruya esa represa. Y este es sólo un ejemplo.
La ciencia occidental no es para nada neutral en este punto, porque o la financia un privado o la financia un Estado, sin mencionar que su concepción cartesiana del universo se ajusta no casualmente a la de quienes pretenden “conquistar la naturaleza”.  Pareciera que la ciencia es al extractivismo lo que la cruz a la conquista de Abya Yala (mal llamada América).

Pero siguiendo con los leguleyos, avanzan con paso redoblado, hasta obtener “la licencia social”.  No es un carnet, no vaya usted a creer, no no no.  Se trata de un eufemismo para representar el momento en que engañan a una población y da comienzo la destrucción de su ambiente y sus medios de subsistencia, colateralmente pueden dispararse los casos de leucemia, cáncer y muertes dudosas.  La última etapa del engaño suele consistir en hacerle creer a las personas que ya es inevitable, que para mal o para bien ya no hay nada que hacer, y que mejor sacar alguna tajada de ello, o bueno, quien dice tajada también dice migaja.  Sin ambiente, sin comida sana, no hay papel pintado que valga, son gritos amargos y apagados, que no llegan a CABA pero sí a la meseta del Somuncurá.

El caso de Chubut parece haberse encabritado más de lo común.  Por eso, ponen todo en la licuadora: elecciones, crisis de diseño extra large, policía represora y torturadora, jueces que comen asado con terratenientes y sus matones y/o policías, autorizaciones a hacer exploraciones mineras para uranio y plomo en la meseta, luego que el presidente Alberto Fernández la nombrara igual que Roca, “un desierto”, inicio de fracking en la provincia, y más represión federal en manos de comandos unificados y del Ejército argentino.  Una idea altamente subversiva que tienen no pocos chubutenses consiste en que existe algo llamado “territorio”, del cual las vidas humanas son apenas un elemento más, y que debe ser resguardado, cuidado, defendido.  
El pueblo mapuche-tehuelche, un pueblo milenario, de gran sabiduría, pre existente a las colonias que europa creó para saquear y a los estados-nación que europa creó para seguir saqueando, nos cuenta que el Territorio, con mayúscula, es resguardado y mantenido en equilibrio por fuerzas espirituales. Y que existe una forma de habitar los territorios respetando sus equilibrios.  Una forma de habitar que la ciencia occidental siquiera está cerca de comprender.  Una ciencia que se jacta de saber de cosas, pero poco puede con la relación ENTRE las cosas, ni hablar si son sistemas complejos.

Por eso la saña con el pueblo nación mapuche y mapuche tehuelche.  En el fondo, lo que talla es la posibilidad o no de saquear los territorios.  O civilizarlos, o hacerles llegar el progreso, formas engañosas del capitalismo para hablar su empresa de destrucción.
Al final, lo que ocurre en Chubut, termina siendo una pelea entre la Vida y la Muerte.

Programa 34

Programa 34

Editorial

Como nos sigue pasando cada tanto,  en un alejado calendario y geografía, se condensó digna rabia y se pintó-gritó en un mayo luminoso: “la imaginación al poder”. 
Esas batallas por muy otros horizontes de posibilidad, de vida y de mundos nos siguen resultando vitales en tiempos de múltiples crisis de las crisis, de guerras siempre en curso, de pandemias, de comandos unificados y leyes represivas, de aumento permanente de precios, de ajustes.  Proyectos de saqueos, asesinatos y judicialización recargados, conforman escenarios y un imaginario angustiante, incierto y superpoblado de metarelatos distópicos. 
¿Por dónde entrar a bocetar salidas? Abrazar la imaginación al poder, nos permite expandir la mirada, observar lo que supuestamente no hay, escuchar latidos y abrirnos a aparentes imposibles, a alternativas concretas vedadas por las anteojeras del capitaloceno.
Sin figuraciones dispares y disidentes de futuros se vuelve muy difícil sostenernos en el andar errático, riesgoso y artesanal activando hacia otras vidas, mundos y relaciones sin ser capturadxs por las desilusiones, frustraciones y la elocuente tentación de entregarse a las siestas del sistema.
Abrirnos, invitarnos a un juego de una poética-política del reaprender a soñar, movidxs por la sospecha de que sin autonomía, incluso en el imaginario utópico, no tendremos potencia para enfrentar al monstruo ni prefigurar aquí y ahora experiencias, alianzas y tejidas en otras direcciones.
No estamos buscando manuales de autoayuda para emprendedores desesperadxs, ni teorías científicas que expliquen las leyes de la historia hacia un sentido único. Sólo rompiendo las lógicas de finales felices, de triunfos y de fracasos, acuñaremos la certeza despiadada, fría y letal de un futuro incierto como apuesta, que nos demanda implacable como protagonistas y sujetos de la historia.
Necesitamos disputar las huellas y preguntas del árbol de los sueños, de los disimiles caminos del deseo, de las semillas que nos recorren e interpelan. Reenamoradxs, agitaremos mucho más porque seguimos llevando un mundo nuevo en nuestros corazones. Los guiños del apoyo mutuo, la construcción de comunidad, la horizontalidad, la autogestión colectiva siguen vibrando ahí donde la imaginación derriba al poder.  Y siguen moviéndonos una y otra vez, hacia la revuelta de la vida cotidiana.

Lectura

esto que les vamos a contar, sucedió hace ya mucho tiempo.
en la época en que arrancaban las pestes y la sequía.
el suelo que caminábamos se volvía inestable y cuando nuestra subjetividad estaba a punto de quebrarse, ocurrió la maravilla:
las preguntas empezaron a multiplicarse y la poesía a brotar.


por aquel entonces, el mercado atravesaba cada una de nuestras vivencias.
más que personas, éramos consumidores.
en esos tiempos, la educación intentaba desarrollarse en unos edificios a los que llamábamos escuelas. creíamos que allí se producía el conocimiento, cuando lo que en realidad se fabricaba era pura obediencia hacia un orden que nos sofocaba cada vez más.
en esos edificios, se talaban los árboles para construir patios de cemento donde lxs estudiantes practicaban actividades físicas y caminaban durante lapsos que se llamaban recreos. pausas que se daban para soportar un dispositivo que nos alejaba de todo aquello que quedaba de comunidad, que nos sumía en la distancia mutua.
no había modo de que esto continuara así por mucho más tiempo…
fue entonces cuando se produjo el quiebre.

 

¿cómo fue que ese orden tan alterador pudo por fin resquebrajarse?
del modo más literal que se les pueda ocurrir.
en el momento menos esperado, en esos patios de cemento, uno de los árboles que aún quedaba empezó a desplegar sus raíces de manera nunca vista, de forma descomunal.
era frecuente en esas épocas que las raíces levantaran baldosas o pedazos de veredas...
pero estas raíces estaban produciendo un efecto radical.
empezaron a horadar ese suelo que nos sumía en la confusión.
no paraban de crecer.
sacudieron el patio de la escuela y empezaron a brotar con tanta fuerza que pronto acabaron con toda la institución, con el edificio entero.
después del patio vino el comedor y luego cada una de las aulas... derribaban paredes y pizarrones, cuadernos y boletines, reglas y tablas.


lo primero fue la intemperie.
después, mirar las raíces que todo lo atravesaban.
las raíces y sus brotes.
brotes verdes por todos lados.
después, solo después... llegamos nosotrxs.
como volviendo a nacer, como empezando a brotar.
entonces, decidimos tomar las experiencias con las que contábamos.
todas aquellas ocasiones en las que habíamos logrado interrumpir el orden que el estado buscaba imponer. 
recordamos los encuentros que habíamos podido tejer, los espacios que habíamos logrado construir.
pensamos que vivíamos un comienzo.
sin embargo, estaba claro que no empezábamos de cero.

 

muchas de nuestras experiencias eran verdaderos aprendizajes que ahora se volvían herramientas.
no eran aprendizajes para lograr un título o un certificado, sino para transformar nuestras vidas.
de pronto, todxs nos volvimos útiles en ese suelo despedazado que se abría para sembrar, para sembrarnos.
recordamos los encuentros en las plazas, donde todxs éramos parte, cada quien desde sus ganas y para sus potencialidades.
se nos aparecieron las juntadas en medio de la pandemia, cuando rompíamos las distancias que intentaban imponernos. el encuentro a orillas del río, en el cual compartíamos juntxs una misma taza de té mientras el estado pretendía que nos saludáramos con metro y medio de separación.
notamos que el conocimiento no era lo que debíamos repetir sino lo que veníamos construyendo por nuestra cuenta.

 

se viene el despelote!!! decían lxs niñxs por la radio comunitaria que crecía como las raíces.
fue entonces cuando comprendimos verdaderamente lo que era aprender.
las materias que cursábamos en la vieja escuela, se volvieron una mera expresión de aquel sistema precario al que habíamos llamado educación.
cómo alguien podía pensar que montones de asignaturas recortadas, fragmentarias, explicadas por discursos que suponen que quien escucha no sabe comprender... cómo alguien podía creer que eso era una formación integral.

 

y entonces...
surgieron dos preguntas desbordantes de simpleza, repletas de significado:
qué es lo que necesitamos?
qué es lo que queremos?
los resultados se volvían terribles pavadas.
necesitábamos verdaderos procesos.
las palabras se regaron con poesía y con reflexión, con encuentro y con debate.
no había un solo brote que fuera igual a otro.
no había una sola persona que no pudiera aportar.
las jerarquías y los cargos no solo eran inservibles, se volvían verdaderos obstáculos.
hacía rato que los libros habían dejado de ser objetos que se juntaban en estanterías.
pero, ahora, el suelo de las instituciones se resquebrajaba sin parar.
las aulas con mesas individuales se volvieron lugares imposibles.
las filas eran, de repente, insoportables.
que las miradas y la escucha se dirigieran hacia una sola voz, lisa y llanamente ridículo.

 

hacía rato veníamos habitando otras formas, otros modos.
las asambleas, las juntadas, las rondas… que no eran círculos perfectos, más bien otro tipo de dispositivos que nos dábamos en la posibilidad de crear lo que buscábamos, lo que queríamos expresar.
entonces...
el desconcierto se transformó en oportunidad.
la clase devino encuentro.
el resultado se cambió por el proceso y el conocimiento por producción colectiva, parte de la vida de una comunidad.
bueno, así contado todo parece fácil.
ciertamente no lo fue.
lxs poderosos que perdían poder nos ocasionaban todo tipo de conflictos.
pero ese es otro capítulo

Lectura

Te dejo esta carta para q sepas lo q paso últimamente. Martín y Román decidieron vivir juntes, y plantearon en la Asamblea q necesitaban su hogar, sorpresa, x fin   se animaron, estoy muy contento, siento q se concreto mi vida, estoy feliz, te amo. Sigo, están en la casita q siempre nos gustó,  esa de adobe,  cerca del río. Van a estar ahí, al lado de Fer y Agos,  parece q todo se acomoda,  pasa a verles cuando llegues.  También debe ser tu viaje, no se, me siento extrañamente completo, tu viaje significa mucho para mi, no importa q suceda,  no importa q se consiga algo, para mi, estar en el momento en q lo planteaste ya me cambio, ya me transformó,  X eso estoy completo, t respeto y admiro compañera, espero q disfrutes de volar sobre una idea, sobre un sueño hermoso,  eso tbn fue para mi conocerte. 
Conejos  y huerta a cargo de Luis y Anto. Voy a la recuperación,  si, otra sorpresa en tu ausencia, se q querías ir, pero todo se aceleró y vamos a arrancar. Confirmaron todes su participación, asiq va a ser la más grande, x eso tbn estoy contento. Me llevo las herramientas. Vamos a estar un mes, si el equipo minguere anda bien, tal vez volvamos antes. Pensaba en lo q hablábamos ese día, eso de las casas al lado del río, ni muy cerca, ni  muy lejos,  si seguimos así vamos a llegar al mar!!! Como vos querías!!!! Se está dando así, todo se va acomodando. Lo único q me pesa es q quiero verte y nuestro encuentro de posterga cada vez más. Cuanto para charlar!! Espero q estés bien. Ya ves, en un mes pasaron muchas cosas. Dentro de un  rato salimos,  estoy tomando unos mates, en la balsa entraron todos los plantines,  Vamos a llenar de autóctonos  alrededor de las nuevas casitas. T imagino llegando justo ahora, llegan les compas, Chau, nos vemos pronto compa. Viva el planeta!  Viva la revolución!

​

Mau, Emi y Margarita

Programa 36

Programa 36

Lectura

No sé si tendrá que ver con lo geográfico
o con que siempre estamos atentos al caracter de los animales
pero a los mapuche nos caracteriza el humor
Muchas veces después de una represión
o de un avance de los milicos donde quedamos rodeados
el momento del shock, las lágrimas, la bronca, la tristeza
pasa
cuando empezamos a recordar lo que pasó con humor
y quiero hacer una diferencia acá entre humor y alegría
no es que nos alegre lo que pasa
sino que empezamos a recordar cositas
de una forma que nos da risa
Una vez llegué al territorio y estaba lleno de milicos
y tenían dos armas en el pecho
en la cintura: dos
en la cadera: dos
en los bolsillos: dos
en los tobillos: dos
y cascos y todo y, ¡nos dio una risa!
¡qué exagerados!
¿no será mucho?
sabíamos lo peligroso que era y nos reíamos
no sé, quizás hace tres horas corría riesgo tu vida
y ahora pequeñas cosas de esa situación te causan gracia
Una vez a una lamien se la querían llevar presa
y le dijeron que se desvista
y empezó a cantar esa canción de streaptease
y las lamien se morían de risa adentro del camión de policía
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Creo que es una forma de evocar
de recordar
de hacerse a un lado y distanciarse un poquito de lo que te está pasando
hacer una parodia en el momento
y después cada vez que lo contás
contás todo lo terrible que viviste
y le agregás la parodia
para que no sea tan triste de escuchar
Así pudimos sobrellevar tantas situaciones de tristeza
de violencia,
es una manera de asimilar la violencia sin naturalizarla
porque si naturalizamos la tristeza, la humillación, la violencia
caemos en la resignación
y perdemos la capacidad de respuesta
La risa nos saca del lugar de víctimas donde siempre nos quieren poner
no es para negar la situación
o para no darnos cuenta lo que nos está pasando
es para entender dónde estamos
corriéndonos del lugar de víctimas
y poder continuar con newen

​

Fragmento de Peuma ull - Soraya Maicoño

Programa 39

Programa 39

Programa 36

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Mientras no poseí más que mi catre y mis libros, fui feliz. Ahora poseo nueve gallinas y un gallo, y mi alma está perturbada. La propiedad me ha hecho cruel. 

Siempre que compraba una gallina la ataba dos días a un árbol, para imponerle mi domicilio, destruyendo en su memoria frágil el amor a su antigua residencia. Remendé el cerco de mi patio, con el fin de evitar la evasión de mis aves, y la invasión de zorros de cuatro y dos pies. Me aislé, fortifiqué la frontera, tracé una línea diabólica entre mi prójimo y yo. 

Dividí la humanidad en dos categorías; yo, dueño de mis gallinas, y los demás que podían quitármelas. Definí el delito. El mundo se llena para mí de presuntos ladrones, y por primera vez lancé del otro lado del cerco una mirada hostil.

Mi gallo era demasiado joven. El gallo del vecino saltó el cerco y se puso a hacer la corte a mis gallinas y a amargar la existencia de mi gallo. Despedí a pedradas el intruso, pero saltaban el cerco y aovaron en casa del vecino. Reclamé los huevos y mi vecino me aborreció. Desde entonces vi su cara sobre el cerco, su mirada inquisidora y hostil, idéntica a la mía. Sus pollos pasaban el cerco, y devoraban el maíz mojado que consagraba a los míos. Los pollos ajenos me parecieron criminales. Los perseguí, y cegado por la rabia maté uno. 

El vecino atribuyó una importancia enorme al atentado. No quiso aceptar una indemnización pecuniaria. Retiró gravemente el cadáver de su pollo, y en lugar de comérselo, se lo mostró a sus amigos, con lo cual empezó a circular por el pueblo la leyenda de mi brutalidad imperialista. Tuve que reforzar el cerco, aumentar la vigilancia, elevar, en una palabra, mi presupuesto de guerra. El vecino dispone de un perro decidido a todo; yo pienso adquirir un revólver.

¿Dónde está mi vieja tranquilidad? Estoy envenenado por la desconfianza y por el odio. El espíritu del mal se ha apoderado de mí. 

Antes era un hombre. 
Ahora soy un propietario...
 
Rafael Barrett
“Gallinas”

Programa 40

Programa 39

Programa 40

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Somos mujeres y hombres, niños y ancianos, bastante comunes, es decir, rebeldes, inconformes, incómodos, soñadores.  Sub comandante Marcos, 4 de agosto del 99.
Esta simple afirmación es una bomba teórica.  
Observa a la gente común alrededor tuyo, ¿son rebeldes?  
Mira a la señora en el supermercado, ¿es una rebelde? El hombre en su coche y la señora mayor caminando por la calle o esos niños regresando de la escuela, ¿son rebeldes?  
Parece absurdo, toda esa gente se ve pacificada, haciendo sus quehaceres cotidianos.  ¿Cómo podemos decir entonces que son rebeldes?  Percibiendo algo en ellos que no es visible desde afuera, son rebeldes es verlos como volcanes sofocados.  

Estamos en un mundo extraño, la afirmación extraña de que la gente común es rebelde es el núcleo de la política zapatista.  
Muchas veces han contado la historia de cómo el grupo original de revolucionarios quería hablar a la gente de la selva Lacandona sobre el capitalismo, la opresión y la revolución y de cómo entonces, en lugar de hablar, aprendieron a escuchar y descubrieron que la gente ya era rebelde.  El tema se enfatiza otra vez en la imagen de los caracoles y en la política de hablar-escuchar que conlleva.
Podríamos pensar que con la afirmación de que la gente común es rebelde están hablando sólo de los indígenas, que los 500 años de opresión los convirtieron en rebeldes naturales, pero eso sería reducir el zapatismo a un movimiento indígena, es decir, pensar en los zapatistas como un Ellos con los cuales expresamos solidaridad pero sin sentirnos directamente interpelados.  Pienso que el desafío zapatista es mucho más directo y profundo, es un reto a mirar a la gente en la calle, en el súper y entender que ellos también son rebeldes, como nosotros.
La afirmación de que la gente común es rebelde, la podemos rechazar como absurda, romántica, irreal.  O bien la podemos aceptar y entonces seguirla al mundo extraño que nos invita.  En ese mundo las personas son volcanes sofocados, inquietas, se proyectan más allá de sí, se desbordan.  En la superficie tienen una identidad, pero bajo el aspecto de la identidad está la fuerza de la no identidad, el anhelado “todavía no” ya está presente como fuerza motriz.  
Decir que las personas que vemos en las calles son rebeldes, aunque no se estén rebelando de manera visible en este momento, es verlas como contradictorias y divididas en contra de ellas mismas.  Son rebeldes y no son rebeldes al mismo tiempo, su rebeldía es reprimida, su subjetividad está contenida en este momento, pero no de modo inherentemente limitado. Si son rebeldes su subjetividad se está desbordando, rompiendo los límites que la contienen con un potencial.  Esto conlleva no de hablar sino de escuchar, o mejor, de hablar-escuchar.  
El proceso revolucionario es un proceso colectivo, de llegar a hacer erupción por parte de los volcanes sofocados.  Este enfoque no significa asumir de forma romántica que la gente es buena, sino que por la consideración de que es una sociedad basada en el antagonismo clasista, todos estamos marcados por este antagonismo, todos somos autocontradictorios, no hay nadie que se pueda elevar por encima de estos antagonismos para mostrarnos el camino, la única formar de avanzar es a través de la auto-articulación colectiva de nuestra psicosis.

Programa 41

Programa 40

Programa 41

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   La organización social es el medio a través del cual los Estados, los partidos, las academias, las iglesias, las empresas y demás instituciones, buscan trabajar con los nuevos actores sociales. Existe, por tanto, un conjunto de grupos o colectivos que, sin ser movimientos, apelan a lo social como eje de su trabajo. Los nombres no son demasiado importantes. Pueden asumir la forma de oenegés, de fundaciones, colectivos, incluso pueden denominarse movimientos. Se trata de una gran cantidad y variedad de grupos.

   Las políticas sociales de los gobiernos progresistas están estrechamente ligadas al papel que juegan tales organizaciones, porque se proponen construir dichas políticas junto a los actores sociales o, en caso de que esos actores no estén organizados, contribuir a formalizar organizaciones de los pobres o “para” los pobres. Los actuales Ministerios de Desarrollo Social del Cono Sur trabajan en ese sentido cuando colocan en el centro de sus objetivos la educación y la organización popular.

 

   El hecho de que construir organización social sea considerado como el aspecto “fundamental” de las políticas sociales, nos está indicando que para sus planificadores es de vital importancia colocar ese tipo de organización en el centro de la vida de los pobres. Eso quiere decir que hay otro tipo de organización, los movimientos del abajo, que deben ser neutralizados para que las políticas sociales cumplan sus objetivos. Ese paso del movimiento social a la organización social, es uno de los ejes en torno al cual gira la gobernabilidad, crear el tipo de estabilidad que necesitan las políticas de mercado. De hecho, y esto lógicamente no viene reflejado en los documentos oficiales, el trabajo de “construir organización social” avanza neutralizando y aislando, en una dura competencia, a los movimientos del abajo.

 

   Las “organizaciones sociales” ya existentes o las creadas a instancias de los ministerios sociales, cumplen el papel de interlocutores del Estado y de otras instituciones para la elaboración conjunta de estrategias de intervención en los territorios de la pobreza. Por arte de magia desaparece el conflicto social y, de ese modo, se disuelven los movimientos que lo promovieron. Éste es otro aprendizaje del arriba: los movimientos no existen sino “en” el conflicto social.

 

   Los grupos que integran las organizaciones sociales son clasificados y agrupados en “grupos de población” a los cuales los gobiernos aplican el conjunto de saberes y técnicas que utilizan para administrar las políticas públicas, la “gubernamentalidad”. Se construye así, desde arriba, una multiplicidad de grupos según las más diversas variables: tramos etáreos, niveles de escolaridad, territorios donde habitan, experiencia laboral, género, y un largo etcétera que se va ampliando sobre la marcha, a medida que los planes sociales se profundizan.

 

   Se trata de una inmensa red territorial, un gigantesco ojo capaz de captar todo lo que hacen los pobres, un nuevo panóptico, territorial y móvil, en cuya construcción –y esto lo diferencia claramente del período de la disciplina– juegan un papel relevante los propios activistas y militantes de los movimientos. Más aun: es un mecanismo de control construido “con” los militantes sociales y las organizaciones “para” el Estado y el mercado. Por eso podemos decir que estamos ante un mecanismo de control en relación de inmanencia, ya no de exterioridad; por eso hay que hablar no de panóptico (siempre exterior al observado) sino de auto-control colectivo territorial, material y simbólico. Ésa es la potencia del progresismo.

   Ante semejante panorama, se impone rediscutir tanto el concepto como la realidad de lo que son hoy los movimientos sociales. Existen dos grandes problemas a abordar, la desnaturalización del movimiento social por las organizaciones sociales, y la presencia de las políticas sociales en los espacios y territorios de la resistencia: una presencia interior que está remodelando desde adentro el campo popular y, de ese modo, lo está sometiendo a las prácticas de gubernamentalidad.

   Para buena parte de las izquierdas estas políticas son “conquistas” de las luchas sociales ejecutadas por los gobiernos progresistas y de izquierda. No se plantean la posibilidad de que esas prácticas están reformulando los modos de dominación. Por esa razón, los colectivos sólo pueden romper con su carácter de grupos de población conectando con otros colectivos, deslizándose de la identidad de beneficiarios que el sistema está fabricando cada día.

   Parece necesario deslizarse de la identidad, romper ese límite, porque como beneficiarios de planes sociales no hay más salida que reclamar aumento de la asignación o nuevas prestaciones. Ésa es la única posibilidad dentro del lazo con las políticas sociales. Desatarlo, salirse de él, supone no sólo desatar el conflicto, sino procesar una suerte de “desoenegización” de los grupos de población, desarmando la tutela que las oenegés, las organizaciones sociales y las legiones de trabajadores sociales tienen sobre miles de pequeños grupos territoriales.

 

 

   Lo que está en juego es la autonomía, la posibilidad de los de debajo de dotarse de sus propios objetivos y fines, su capacidad de organizarse y rebelarse según sus propios modos, no con base en los criterios establecidos desde arriba. Cuando la rebelión alcanza a llegar hasta lo cotidiano volviéndose parte inmediata del modo de vivir, ya no se la puede impedir; es entonces cuando los Estados no tienen otro camino que aceptarla para neutralizarla, actuando desde dentro de ella misma. En vez de reprimir a los movimientos se intenta gobernarlos, regularlos para reconducirlos hacia los objetivos del Estado. Las resistencias-fugas no pueden ser sino locales, parciales, fragmentarias, algo que va a caracterizar a los nuevos movimientos durante un buen tiempo. Los grandes relatos y las pretensiones de generalidad no pueden dar cuenta de la multiplicidad de opresiones y resistencias que viven los gobernados. Sin embargo, será su vocación de vincularse con otros fragmentos, en el mismo y en otros territorios, de ir más allá de la situación particular, lo que les permitirá trascender las políticas de control.

   Aún es muy pronto para saber cómo serán esas resistencias. Conocemos algunas experiencias notables, como el zapatismo, pero también la lucha de las asambleas ciudadanas contra la minería y los bachilleratos populares en Argentina, la resistencia del pueblo mapuche contra la tenaza que conforman la ley antiterrorista y las políticas sociales que la democracia les aplica en sus territorios, la tenacidad de los Nasa en el Cauca colombiano para enfrentar la militarización al servicio de los negocios multinacionales, la lucha por el agua de las comunidades andinas frente al mentiroso discurso progresista del nuevo poder que se reclama del “socialismo del siglo XXI”, aunque pone los bienes comunes al servicio de los poderosos.

   A estas resistencias podemos sumarles las de los Sin Techo y Sin Tierra de Brasil y Paraguay, las comunidades contra la minería de Perú, los campesinos contra los monocultivos en todo el continente y las barriadas periféricas a quienes controlan militarmente en nombre del combate al narcotráfico.

 

   Quiero decir que debemos estar muy atentos a todo lo que sucede en los múltiples abajos, porque en esta etapa de las luchas sociales se trata de crear, de inventar modos y caminos, ya que no existen senderos previamente trazados por donde transitar. Hay que abrirlos.

Programa 43

Programa 43

Editorial 

“Imposible pagar el alquiler, salvo mi sueldo todo aumenta, apenas si llegamos a comer.

Todos los terrenos los venden en dólares, pero yo gano en pesos y cada día estoy más lejos de un anticipo.

Ni ahorrando el salario de 10 años podría acceder a un pedazo de tierra.

A partir de diciembre tengo que dejar la casa, no me la alquilan en verano porque llega el turismo.

Nadie me acepta como inquilina, vivo con 2 niñes y 2 mascotas”.

 

Frases como estas recorren la Comarca, la imposibilidad de acceder a una vivienda es uno de los temas que más angustia nos genera.  Conocemos a gente que ha tenido que emigrar por no poder zafar su situación habitacional.

Algunxs cumpas, no se resignan y pasan a la acción.  Se dan permiso para construir su hogar por fuera del mercado.

Lejos de demandar, intentan hacerse lugar en un mundo que excluye.

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De más estar decir que el sistema se defiende de estas prácticas: no sólo despliega al aparato judicial, sino que se vale a nivel simbólico de la estigmatización. Lejos de despertar simpatías o admiración entre aquellos que sufren las mismas problemáticas, se los tilda de usurpadores, de peligroses, de aprovechades como mínimo. Mientras no cuestionamos que alguien acumule miles de hectáreas, nos rasgamos las vestiduras por aquel que habita la tierra sin pedir permiso a los poderoses. Esto sin mencionar que TODA propiedad privada en la zona tiene su origen en el despojo del territorio al pueblo nación mapuche tehuelche.

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“Yo pago mis impuestos”, suele ser la muletilla de quienes intentan diferenciarse y aislarlos. Discurso que omite que nadie puede zafar de pagar el IVA, impuesto que más recauda y que contiene un pedido de premio por buen comportamiento. Obediente, culpa por sus males, no a las normas con que lo someten sino a aquellos que, con sentido común, las desobedecen.

 

Intentando deconstruir preconceptos nos preguntamos:

¿Ocupar un espacio sin escritura, tiene costos específicos?

¿Qué posibilidades e imposibilidades se plantean? ¿Hay otra relación con el territorio?

¿Las tomas, son por sí mismas espacios colectivos? ¿Se generan otros vínculos?

¿Hay diferentes tipos de tomas? ¿Existen apuestas comunitarias?

¿Qué prácticas específicas tiene el Estado para las tomas?

¿una vez consolidada la toma, resurge la lógica de la propiedad privada? ¿Termina constituyendo una máquina de loteo y ampliación de la ciudad?

Programa 44

Programa 44

Editorial 

“Nuestra venganza es ser felices”, decía una bandera en el festival que organizaron los barrios incendiados a meses del incendio del 9 de marzo de 2021.   Difícil, porque la felicidad no es algo que podés ejercer a fuerza de voluntad, y hay veces que se esconde bastante en contextos de hambre, represión e injusticias.  Es raro el concepto de “felicidad”, parece remitir a un estado, a un final de cuento, a un “para siempre”.  Sin embargo, nos encanta esa bandera, nos interpela, nos dice algo.

Nos dice el cineasta Ken Loach, y cuando él habla solemos escucharle porque sus películas nos han transportado a territorios en lucha sin ahorrarnos las contradicciones que le dieron potencia y vida.  Dice a sus 86 pirulos: “La esperanza es una cuestión política, cuando la gente la pierde, vota al fascismo”.  Nos apropiamos de la frase y la transformamos: “cuando perdemos la esperanza nos quedamos en casa”. El desánimo parece a veces, más contagioso que el bostezo, agiganta las derrotas y dificultades disimulando nuestras potencias y todo aquello con lo que pudimos y podemos.  El desánimo como herramienta del poder, recorta los posibles.

El domingo 10 de septiembre, el calendario nos empujó a celebrar el cumpleaños 36 de Alas, la radio comunitaria que habitamos.  Una niebla densa nos tentaba con un bajón generalizado, una angustia inespecífica que tendía a encerrarnos en esa prisión llamada individuo.  Con la necedad que nos caracteriza, aferrándonos a esas pequeñas cosas, con las que por suerte contamos, nuestra historia, los encuentros, los proyectos, las risas compartidas ante la malaria, etc.; decidimos festejar.  Y algo pasó.

Se dio una FIESTA. Decimos se dio porque no sabemos muy bien cómo pasó, tal vez tuvo que ver con la apuesta de construir un techo en dos días ante los pronósticos de lluvia, con un guiso cocinado colectivamente, con semillas y plantines para intercambiar que aportaron sus promesas, una salamandra prendida y el calor del fuego que reúne, con las ganas de encontrarnos que traíamos todes les presentes, con poder jugar juntes… En el aire de esta fiesta vibraron la rebeldía, la pasión, la memoria y la esperanza. Sin ningún preaviso, casi sin invitación, se instalaron la risa y la alegría.

Esta fiesta, irrepetible, que no permite recetas ni reproducciones, tiene y tendrá efectos. Nos revitalizó.  Hoy los “deber ser” le dan paso a los deseos. Nos sentimos más valientes, con gustito a experiencia colectiva, una chispa en todo este lío.  Las ganas, las apuestas, las complicidades, todo nos abre a la posibilidad de que algo bueno nos puede pasar de aquí en más.  La fiesta nos regaló esperanza.

Programa 45

Programa 45

Editorial 

Rebelar la mirada

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Empezamos con una frase trillada, “todo depende con el color del cristal con que se mire”, dejando para otro momento la discusión filosófica acerca de la realidad, de su entidad, de si existe más allá de quien la percibe, si la produce o si se la descubre, o la de las ciencias duras acerca de la oscura relación entre luz, colores, ojos y cerebros.  Nos parece una experiencia bastante cotidiana, que frente a una situación dada que vivimos, todes solemos tener registros muy diversos en nuestra memoria, no sólo a nivel de la interpretación y valoración sino a nivel de las sensaciones. No son pocas las discusiones que se generan al relatar un hecho, quizás en parte resistiéndonos a la diversidad de registros e intentando cada quien poseer la copia fiel del acontecimiento. A pesar de estas vivencias, sostenemos la tramposa ilusión de que las imágenes, fotografías y videos que cada día bombardean con más potencia nuestras retinas, son prueba cabal de lo sucedido.

“Ver para creer”, “a mí no me lo contó nadie”, invisibilizan la decisión de quien maneja la cámara. La fotografía es ante todo un recorte, en el espacio y sobre todo en el tiempo. Estructuralmente, no podría ser de otra forma, deja siempre por fuera justamente el ojo, la cámara misma, el color del lente. Independientemente de la voluntad y capacidad del camarógrafo, la posibilidad de neutralidad no existe, dónde enfocar y cuándo es lo constituyente del acto fotográfico. Por qué decidimos olvidar todo esto cuando estamos frente a una pantalla para creer que lo que observamos es la realidad, es la pregunta del millón.

Complejizando aún más este proceso, podríamos afirmar que la fotografía  se completa con la interpretación y las sensaciones evocadas en quien la observa y  la contextualización de cómo se produjo, en caso de tener la suerte de contar con esta información. Esta interpretación estará a su vez construida desde la ideología, la cultura y las motivaciones del observadore.

Habiendo dado todo este rodeo, estableciendo cosas sencillas que de una manera u otra todes sabemos, pero que una y otra vez tendemos a obviar, sentimos con fuerza la necesidad de no entregarnos a la imaginería hegemónica. 

Viviendo en estas tierras, marcadas por una invasión, nos preguntamos acerca de las fotografías que han llegado hasta nuestros días. Nos encontramos con que las imágenes capturadas a fines del siglo 19, en plenas campañas militares de exterminio, retratan con sádica insistencia personas vencidas, devastadas, tristes hasta lo innombrable, quizás a minutos de ser asesinados sus seres queridos, arrasadas sus rukas y territorios. Sus cuerpos y hasta sus expresiones como botín de guerra.  Una colección de imágenes ostentando genocidio.  Quienes sacaban las fotos estaban al servicio del poder más siniestro, un poder que buscaba la aniquilación de lo fotografiado y su mundo.  Hoy, las imágenes más esquivas, más difíciles, no son aquellas que muestran la contínua represión estatal y paraestatal, tampoco la resistencia que suma siglos, sino aquellas que intentan capturar justamente lo que quiso ser borrado como posibilidad, como existencia: la de un pueblo con alegría, viviendo en territorio y de acuerdo a su cosmovisión.

Es de vital importancia encarar la tarea de registros propios, de construir no sólo otro punto focal sino arriesgarnos en la búsqueda de otras estéticas, otras éticas. Poder no sólo encarar la necesidad de romper estereotipos y prejuicios, sino empezar a contarnos a nosotres mismes las cosas que nos constituyen, en el camino de encontrar aquellos mundos negados por la modernadidad capitalista, por el progresismo extractivista.  Mundos que intuimos, comparten el pensamiento acerca de sentirnos no dueños ni amos, sino apenas una pequeña parte de un equilibrio que claramente nos trasciende como especie.

Programa 46

Programa 46

Programa 41

Lectura

Reivindicar la voluntad de  hacer teatro sin garantías, sin otro ánimo que el entusiasmo por el campo imaginario, por interrogarse y tratar de afirmar respuestas que están obturados por la política, por la religión o por los límites de los pensamientos tradicionales. 
El arte puede lograr mucho pensamiento, mucho intercambio, mucha afectación emocional.
En una época de pura abstracción y pura tecnología, el teatro es una actividad a sangre. Lo que fascina en el teatro son los cuerpos deseantes, proyectados  y con resonancia para que el espectador proyecte. 
El teatro son situaciones, niveles de intensidad emocional que no se corresponden con las formas físicas equivalentes, dinámicas temporales más vinculadas al campo del juego o de la broma, del baile, del delirio. Composiciones espaciales o temporales que no corresponden a la lógica de la realidad.

Lo teatral es un cuestionamiento brutal a lo real, porque pone en cuestión el orden social. Se acuerda momentáneamente una ilusión social que posibilita cuestionar nociones muy estables, formas tranquilizadoras vinculadas al tiempo, al espacio, a la presunción de la existencia de un yo.
El teatro es una actividad política. Implica agruparse, asaltar la actividad,  hacer arrebatos casi pugilísticos a la realidad para abandonar relaciones de dependencia y tratar de existir.

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Cirujía sobre ideas de Ricardo Bartís

Programa 47

Programa 47

Programa 46

Lectura

En el principio es el grito, nosotrxs gritamos. Ante la mutilación de las vidas destrozadas por el capitalismo un grito de tristeza, un grito de horror, un grito de rabia, un grito de rechazo, un No.
El punto de partida es la oposición, la negatividad, la lucha. 
El pensamiento nace de la ira. No de la quietud de la razón. No nace del hecho de sentarse y razonar y  reflexionar sobre los misterios de la existencia, hecho que constituye la imagen convencional de lo que es el pensador. 
Empezamos desde la negación, la disonancia.
Es un murmullo inarticulado de descontentos, de lágrimas de frustración, de furia, un rugido confiado. 
Nuestra disonancia surge de nuestra experiencia pero esa experiencia varía. A veces, es la experiencia directa de la explotación en la fábrica, de la explotación en el hogar, el estrés en la oficina, del hambre y la pobreza o la experiencia de la violencia y la discriminación.
Es imposible leer el mundo sin sentir rabia, sin sentir dolor. 
Confusamente, tal vez, sintamos que estos no son fenomenos aislados, que entre ellos existe una relación, que son parte de un mundo defectuoso, que no son injusticias parciales sino parte de un sistema que está profundamente equivocado.
Este es nuestro punto de partida, el rechazo de un mundo al que sentimos equivocado, la negación de un mundo percibido como negativo. Nuestra furia se alimenta constantememte de nuestra experiencia pero cualquier intento de expresarla se topa con una pared de algodón absorbente. Nos encontramos con  multitud de argumentos que parrcen bastante razonables. Existen demasiadas maneras de rebotar el grito contra nosotrxs mismxs, de mirarnos y preguntarnos por qué gritamos. ¿Es por nuestra edad, por nuestros antecedentes antisociales o sólo por algún desajuste psicológico que somos tan negativxs? ¿ se trata de que tenemos hambre, dormimos mal o solamente de tensión premenstrual? ¿Se trata acaso de que no entendemos la complejidad del mundo o las dificultades prácticas de implementar un cambio radical? ¿No sabemos que gritar no es científico, no es racional, no es positivo?


John Holloway

Programa 48

Programa 48

Programa 47

Lectura

Frente al repetitivo y angustiante paisaje de las políticas electorales tradicionales del poder, las palabras de la Sexta declaración de la selva Lacandona son un incendio vivificado por el viento de abajo, un volcán en erupción del "fuego y la palabra".
El caminar que nutre y construye las posibilidades utópicas del mundo, es parte de la subjetividad-comunidad  en lucha contra el capital tejiendo sujetos contra la identificación con el objeto en que nos quiere convertir el neoliberalismo.
La acumulación de experiencias que abren otras perspectivas es parte del tiempo de la insubordinación; es la maduración del tiempo del corazón; es el fruto de la semilla del eco de los Caracoles llevado por el viento de abajo. Es saber escuchar las otras resistencias y sus tiempos.
Recuperar los espacios y crear nuestro tiempo, gritar en el lugar (o no-lugar de la historia institucional) que nos tocó vivir. Unir los esfuerzos de los deseos acumulados en el pasado y presente para romper con la "dinamita" de las imágenes y representaciones, hechas pensamiento y acción, la cantera del continuum del discurso glacial, terricida e individualista del capital. Como en los múltiples puentes creados por el zapatismo en su propia realidad del preguntar, se sigue invitando a todos para discutir y platicar preguntando-pensando-reflexionando para caminar, para poder volar juntos inclusive bajo el suelo, para cosechar con los deseos acumulados del saber-hacer una nueva posibilidad del "para todos todo".
ABY   "Y este viento de abajo, el de la rebeldía, el de la dignidad, no es sólo respuesta a la imposición del viento de arriba [...], no es sólo la destrucción de un sistema injusto y arbitrario, es sobre todo una Esperanza, la de la conversión de dignidad y rebeldía en libertad y dignidad. De la montaña vendrá este viento, nace ya bajo los árboles y conspira para un nuevo mundo, tan nuevo que es apenas una intuición en el corazón colectivo que lo anima".
Programa 49

Programa 49

Editorial 

Estamos decididxs a defender la vida, como podamos, como nos salga.  Nos equivocamos, nos peleamos, nos asustamos, nos agobiamos, pero no cesamos, no desistimos.  A veces nos tildan de necies, de infantiles, de utópicxs…
Dicen que lo que hacemos no sirve de nada, que hay que adaptarse y aguantar, como mucho defender al mal menor.
La buena noticia es que no estamos soles. En cada territorio se multiplican los esfuerzos por frenar cada proyecto de devastación. La decisión es clara y concreta, los territorios se defienden.  Las propuestas y las formas de organización son muy diversas, desde una recuperación territorial a una muraleada, petitorios, marchas, canciones, performances, mercados populares, teatro, huerta, murga, reforestaciones, mingas, brigadas populares para apagar incendios, asambleas, conversas y tantas formas más.
Hay veces que logramos asumir que esta diversidad nos fortalece, otras veces, no y disputamos encerrados de en las lógicas del uno, nos enojamos, nos dividimos, nos volvemos a encontrar.  Estamos aprendiendo, probando formas, discursos, dispositivos.  
Existimoss, por todo y a pesar de todo, existimos, más dispersxs o más enredades, pero existimos.  Los voceros del poder nos invisibilizan, nunca o casi nunca somos primera plana.  Es que no quieren que se enteren de nuestra existencia, somos plaga para su siembra de engaño, de impotencia, de desesperanza y de muerte.
Lejos de su sociedad del espectáculo y del consumismo, enviamos señales para aquelles dispuestes a escuchar: Las fuerzas contra el terricidio son muchas, y de entre ellas, las humanas sólo somos una pequeña pero ruidosa fracción.

Programa 50

Programa 50

Programa 34

Editorial 

Luego de la Segunda guerra mundial surgió la pregunta: 
¿Puede haber arte después del Holocausto?
Tomamos la pregunta, no sólo porque nos importan las preguntas que se hacen en serio, desde la implicancia, sino también porque nos resuena con cosas que nos pasan.
Frente al horror corresponde horrorizarse, no asimilarlo, no naturalizarlo, pero al mismo tiempo queremos seguir viviendo, apostar a la vida, no queremos ser capturadxs, detenidxs por la crueldad. Vivir en medio de atrocidades nos parte, no hallamos síntesis posibles.
  Tenemos sensaciones confusas que no llegan ni a preguntas, sentimos que nos faltan las palabras.
¿Puede haber arte después del genocidio perpetuado por el estado Argentino en Puelmapu?
Sí, hay arte. Entonces nacen otras preguntas, ¿por qué?, ¿cómo?, ¿para qué?

El arte permite de partida desentederse de la neutralidad, la verdad pasa a ser otra cosa, no está atada a los hechos, no necesita ser probada.  Si hay verdad en juego, está ligada a la experiencia subjetiva que acontece en el hecho artístico. Este solo movimiento abre un sinfín de posibilidades, nos permite imaginar otros mundos, crear otras maneras de organizar lo real. También da la posibilidad de explorar los conflictos que nos atraviesan, de buscarles otros desenlaces, otras soluciones. Es que el arte también hace algo con el tiempo, te permite romper la linealidad, su automatismo,  inventa detenciones, aceleraciones, disrumpe. De manera que es posible reinventar lo que nos constituye.

Hablamos de genocidios, hablamos de arte, se nos impone hablar del dolor. No logramos descifrar qué  hace el arte con el dolor, sentimos que logra acogerlo, que no intenta negarlo, ni acallarlo, pero que en parte lo transforma en otra cosa.
El arte también a veces puede decir lo que no se dice. Mostrar aquello que se oculta, tocar aquello con lo que cargamos, aquello de lo que intentamos desentendernos.
Hablamos de arte, de genocidios, y aparece la culpa. Qué nos pasa a aquellxs que venimos de otras tierras cuando habitamos un territorio conquistado, robado. Quizás necesitamos del arte para andar y desandar una y otra vez el extraño conflicto que nos atraviesa . Nos resuena Adán y Eva y la lógica del pecado original. Al fin y al cabo, para aquellos que no somos creyentes, la biblia resulta una gran obra literaria.  Cargar con un pecado que no cometiste. Es que no podemos ni queremos hacernos lxs sonsxs, nos constituimos, nos creamos en la misma matriz simbólica que hizo y hace posible aniquilar a un pueblo entero para transformar la tierra en mercancía. La necesidad de  mirarnos críticamente y deconstruirnos  nos late como urgencia. Tarea tortuosa,  difícil, que no da lugar a las certezas.

Hablamos de genocidios, hablamos de arte  y notamos que los genocidios nunca son acabados, por más atroces, generalizados , y por minuciosa que sea la maquinaria que empleen, nunca logran en forma total su objetivo. Aquello que quieren desaparecer retorna. No estamos diciendo que no logren con su poder catastrófico imponer consecuencias; la propiedad privada, el extractivismo, desigualdad, contaminación, totalitarismos, el trabajo asalariado, la explotación. etc. etc son su herencia.  Sin embargo, su plan de aniquilación total del pueblo mapuche no fue logrado. El pueblo mapuche existe, recupera territorio, su idioma, su sabiduría, su historia, su espiritualidad y pensamiento.  El pueblo mapuche también existe haciendo arte.

Lectura disparadora

Según viejas crónicas españolas, al producirse una tormenta eléctrica con truenos y rayos, los antiguos mapuches sostenían que el combate eterno con los invasores continuaba en las alturas del Wenumapu. Allí, los ancestros que ya habían partido insistían en batir a los soldados wingka, también en esa otra dimensión. Aquí abajo, sonaban trutruca y afafan para dar newen a los viejos guerreros.
Anoche, casi al mismo tiempo en que comenzaron a dar resultados electorales, empezó a tronar al norte del Nahuel Huapi. El cielo se iluminó varias veces, desde la cordillera hacia la estepa. Un rato largo... Incluso hoy, minutos después de las 6 de la mañana, otro trueno me despertó. Los antiguos que pelearon durante siglos vinieron a recordarnos lo que ya sabíamos más allá de porcentajes, segundas vueltas y 10 de diciembres: en todos los ámbitos y niveles, la lucha continúa. Nos toca hacer sonar trutrucas y gastar las gargantas.

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Adrián Moyano

Programa 51

Programa 51

Editorial 

¿Y si acaso el cuento de hadas cybortecnológico fuera un fracaso?, ¿si acaso la mutación digital fuera una estrategia de prestidigitación del esquivo deseo, una maquinaria sin parangón de captura de la atención, una poda desbocada de la sensibilidad y el expreso imaginario a la medida del sistema y los desencuentros?. ¿Si acaso es cierto que el capitalismo nunca destruye tanto como cuando construye?, ¿si acaso ante la imagen marxista de revolución como locomotora de la historia en realidad urge ensayarla -al decir de Benjamin- como freno de emergencia?
Sólo unxs loques, anarco primitivistas pueden balbucear sobre el decrecimiento con redistribución,  la desmercantilización de la vida, la comunización, la defensa de los territorios y los buenos y deliciosos convivires… Sólo unxs loques, nuevos salvajes del siglo XXI pueden cuestionar el progreso y estar tan sesgados ideológicamente para no ver bondades en:  teléfonos inteligentes y películas en streaming; coches sin conductor y redes sociales; curas para incontables enfermedades; pantallas gigantes en los partidos de fútbol y videojuegos que conectan a miles de jugadores en todo el mundo; el acceso con envío rápido a domicilio por medio de internet de cualquier producto de consumo; asombrosos aumentos de productividad laboral mediante las nuevas tecnologías de automatización, y un larguísimo etcétera. 
Además, estos neo-hippies , cuasi ruralistas, autopercibides aliadxs de los originarios, se acunan melancólicamente con relatos de proyectos fracasados, subsumidos entre escombros de derrotas históricas, se niegan a ver la realidad, no pueden asumir el encanto del blanco, de la coca cola, de disney y lo que nos enseñó sabiamente la Thatcher: “No hay alternativa”.
Aunque ironicemos, aunque nos riamos un poco de nosotrxs mismes, las preguntas iniciales no nacen ni insisten sin encarnaduras. Afloran de lxs cuerpxs, de las venas siempre abiertas de los territorios, de las memorias heridas de los  barrios.
Incendios y sequías, deforestación y avance de la frontera agroindustrial, mineras y petroleras en el mar, extractivismo inmobiliario y negativas del acceso al agua, el agua como un recurso privatizable. Y un etcétera mucho más largo y sombrío que el anterior.
La división internacional del trabajo, la consagración de zonas de sacrificio y las razones de estado genocidas y ecocidas al servicio de la acumulación tal vez no lo expliquen todo. Pero sin ellas bien poco podremos interpretar.
Son justamente las postales terricidas del capitaloceno en curso las que nos obligan a desertar de realismos capitalistas y nos impulsan a soñar y ensayar con otros modos de tejernos eco-comunitariamente en territorios a los que pertenecemos, nunca al revés.  Estos otros modos no sólo son posibles.  Re existen desde siempre y desde hace un largo tiempo, luchan por sobrevivir.  Creemos posible defender la Vida trascendiendo la protesta y animándonos a construir colectivo, sin dogmas ni reglamentos, nutriéndonos de consensos y disensos.  Performar en el aquí y ahora un pedacito del mundo que deseamos.  Y seguir apostando a la polinización.

Programa 52

Programa 52

Lectura disparadora

         “Crisis Sistémica y existencial”

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Hoy me gustaría contarles algo sobre el futuro. Lo puedo contar porque lo pude ver. 
Pude conocer lugares y experiencias que plantean que ese futuro está ocurriendo ahora. Creo que esos lugares están prefigurando lo que se viene. Y ese futuro es una maravilla. 
Sé perfectamente que estamos en medio de uno de los tiempos más oscuros que podamos imaginarnos. O sea, por un lado vivimos entre dinámicas de destrucción que afectan a las personas, a las comunidades, a la naturaleza, al planeta entero y a sus habitantes. 
Y por el otro, son tiempos en los cuales tenemos la posibilidad de crear algo distinto, que es lo que les quiero contar después.  
Repasemos: desigualdad, incertidumbre, miedo, crisis social y climática, pobreza, depresión, destrucción, consumismo, desempleo, virtualidad, hambre, malnutrición, mercantilización de la vida entera, pasividad, violencia, soledad, contaminación, descomposición, tristeza, impotencia. Son signos de estos tiempos.
Como a eso se agrega la cuestión individualista que tiñe la época, nos sentimos solos. Y eso genera miedo. El miedo vital es el que nos sirve para alejarnos de los peligros, pero el miedo mortal es ese que nos paraliza. El que genera la desconfianza en nuestra propia capacidad de acción. Y cuando eso ocurre es fácil caer en la depresión como enfermedad emblemática de la época. 
Sigamos ese hilo de ideas. ¿Cómo se sale de la depresión? Algunos irán a terapia, a ver qué pasa. Otros se medican. Otros se intoxican. Otros consumen: buscan euforizantes. Ninguna de estas opciones parece solucionar el problema de fondo. 
Cuando hay insatisfacción, frustración y depresión otro energizante es el odio, en todas sus formas. El racismo, el machismo, el clasismo son formas de odio, que representan además formas de poder.  En un sistema cultural que nos lleva permanentemente a culparnos a nosotros mismos, en el que lo peor que te puede pasar es ser lo que llaman un perdedor, un fracasado, el odio puede resultar un energizante que permite culpar a otros. 
También es una época de soledad para mucha gente, o de relaciones virtualizadas, inmateriales, de tecnologías y redes sociales, que muchas veces cumplen un rol fantástico porque nos comunican, pero sus propios creadores denuncian que esas plataformas y pantallas nos usan a nosotros, cuando creemos que nosotros las usamos a ellas. Pensamos que somos usuarios, pero en realidad somos usados y caemos en una suerte de adicción.
Parecería que la vida recobra brillo a través del consumismo, que ya no es el consumo para satisfacer necesidades, sino la falsa necesidad de consumo. El consumismo es una respuesta al miedo. Es tener, poseer, como ilusión de evitar un vacío. Puede ser consumo de objetos, de sustancias, de personas, de tecnologías, de apariencias, de estilos de vida. El consumo parece enhebrarse cada vez más con el tema de las adicciones. 
En la era del consumismo la gente se define por lo que tiene, en todos los sectores sociales. He estado con chiquilines presos por crímenes y robos que me reconocían que los cometieron, muchas veces, no tanto por necesidad como por pertenecer, ganar un lugar, tener poder, ostentar, darse importancia y fama. Lo mismo podría aplicarse a millonarios con cuentas off shore o a la clase política aceitosa.   
La gente escapa o cree escapar de la depresión de la que hablábamos a través del consumismo, como si ese fuera el sentido de la vida, que a la siguiente vuelta de ese ciclo se transforma otra vez en cansancio, en incertidumbre, en depresión. 
Estamos hablando de cuestiones generales, de un clima social y cultural, que también padece su crisis climática.

Sergio Ciancaglini

Lectura disparadora

"La potencia del Odio"        

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¿Qué sería del sujeto sin el odio?. ¿Qué sería del amor sin el odio?. El odio es dios, está ahí, ahora, omnisciente... Odio! a los dos, al odio y a dios. El odio, como dios, conecta deseos colectivos rizomáticos, es capaz de agenciar millones de personas en menos de un instante...
La discriminación es uno de los canales de distribución más accesibles del odio. Se reclama el odio como un derecho. Las encuestas realizadas por el mercado del miedo arrojan un resultado: es la inseguridad el gran flagelo existencial del ciudadano y por ende la certeza principal que tiene el odio para ser. El ciudadano considera legitimo y justo pedir que el estado le garantice la protección y propagación de su odio.
Foucault dice que se ha humanizado la pena pero hoy el linchamiento se expresa como acto de desobediencia civil y rebeldía ante el estado, como queja a lo que el ciudadano considera una ineficacia de las instituciones democráticas.
El odio le da sentido a muchas vidas, organiza agendas, rutinas, existencias enteras. Con sus efectos seudo-psicodélicos el odio es orientador de conductas. El odio rellena vacíos suicidas y desinfla depresiones. 
En la actualidad hay un odio de moda dirigido a los pibes de las villas y sobre todo a los que cometen delitos contra la ley burguesa y la propiedad privada. Y también serán esos pibes el suministro renovable de las fuerzas de seguridad que cumplirán la orden de cazar a esos otros jóvenes de la misma comunidad.
¿Qué hay adentro del odio? En su interior se mezclan constelaciones de traumas y resentimientos contra figuras jerárquicas. Pero esa humillación es tartamuda a la hora de presentar una ofensiva contra la autoridad. Elige perdonar a los verdugos, enrocar su rabia y modificar la meta de la revancha. No será odiado el verdugo sino el joven maligno retratado por nuestra cultura como patológicamente violento.
La procreación del odio suele contagiarse en la rutina productiva, por la opresión normal de cualquier espacio laboral. Pero no serán los empleadores el destino del odio, sino más bien los desempleados y los villeros.
El odio calma la impaciencia, colma de paz la neurosis de un hogar. El odio no baja verticalmente. La sociedad exige dosis de odio en las plataformas electorales. No somos manipulados ni teledirigidos por algoritmos desde Sillicon Valley. El odio como la religión según Marx es el corazón de un mundo sin corazón. Ese odio crecio porque todas nuestras versiones del amor han demostrado ser inocuas, se han derrumbado por tibias, por neutrales, por exceso de racionalidad y sobredosis de optimismo. A nuestro amor le falta la inteligencia, la astucia, la paciencia y la capacidad de escucha que tiene el odio. Si nada somos sin amor, menos seremos espantándonos o negando el odio que nos habita. Es necesario reivindicar un odio distinto, encausarlo hacia la destrucción de la desigualdad. 
El odio no imposibilita ni bloquea al amor, ambas emociones coexisten sin problemas. Por no pensar al odio, por esconderlo sistemáticamente se lo dejó a merced de los tiranos. Las profecías son siempre actos de deseo que luchan por materializarse.

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César Gonzaléz

Programa 53

Programa 53

Lectura disparadora

Aquí está de nuevo nuestra palabra.

Esto vemos, esto miramos.

Esto llega a nuestro oído, a nuestro moreno corazón llega.

 
Allá arriba pretenden repetir su historia.

Quieren volver a imponernos su calendario de muerte, su geografía de destrucción.

Cuando no nos despojan de nuestras raíces, las destruyen.

El trabajo nos roban, la fuerza.

Nuestros mundos, la tierra, sus aguas y tesoros, sin gente dejan, sin vida.

Las ciudades nos persiguen y expulsan.

Los campos mueren y nos mueren.

Y la mentira se convierte en gobiernos y el despojo arma a sus ejércitos y policías.

En el mundo somos ilegales, indocumentados, indeseados.

Perseguid@s somos.

Mujeres, jóvenes, niños, ancianos mueren en muerte y mueren en vida.

Y allá arriba predican para abajo la resignación, la derrota, la claudicación, el abandono.

Acá abajo nos vamos quedando sin nada.

Sólo rabia.

Dignidad tan sólo.

No hay oído para nuestro dolor como no sea el del que como nosotr@s es.

Nadie somos.

Solos estamos y sólo con nuestra dignidad y con nuestra rabia.

Rabia y dignidad son nuestros puentes, nuestros lenguajes.

Escuchémonos pues, conozcámonos entonces.

Que nuestro coraje crezca y esperanza se haga.

Que la dignidad raíz sea de nuevo y otro mundo nazca.

Hemos visto y escuchado.

Pequeña es nuestra voz para eco ser de esa palabra, nuestra mirada pequeña para tanta y tan digna rabia.

Vernos, mirarnos, hablarnos, escucharnos hace falta.

Otros somos, otras, lo otro.

Si el mundo no tiene lugar para nosotr@s, entonces otro mundo hay que hacer.

Sin más herramienta que la rabia, sin más material que nuestra dignidad.

Falta más encontrarnos, conocernos falta.

Falta lo que falta…

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COMUNICADO DEL COMITÉ CLANDESTINO REVOLUCIONARIO INDÍGENA-COMANDANCIA GENERAL DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
16 y 17 de septiembre 2008

Programa 52

Program 55

Programa 55

Lectura disparadora

Fragmentos de Redoble por Rancas de Manuel Scorza

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¿Cuándo nació? ¿Un lunes o un martes? 
Era un pequeño convoy, sólo una locomotora y dos vagones. Hacía mucho tiempo que las autoridades suplicaban a la Compañía que el ferrocarril se detuviera, siquiera por cortesía, en Rancas. Solicitudes vanas. Por fin, ahora, un tren se detenía. Los ranqueños pastoreaban cuando el tren comenzó a vomitar desconocidos, aquellos enchaquetados de cuero negro, nadie los identificaba. Desembarcaron bolas de alambre. Terminaron a la una, almorzaron y comenzaron a cavar pozos. Cada diez metros enterraban un poste.

- Así nació el Cerco.
¡Encontraron al Huiska cercado! El Huiska es un cerro pelado que no esconde mineral, ni ojo de agua, ni tolera el más mísero pasto. ¿Para qué encerrarlo?
Con su collar de alambre el Huiska parecía una vaca metida en un corral.
Se murieron de risa.
—¿Quiénes serán esos locos que cercan el Huiska?
—Serán geólogos.
—Serán trabajadores del telégrafo.
—Mientras no se metan con nosotros, ¿qué nos importa? —dijo el Personero.

Esa noche, el Cerco durmió en el cerro Huiska. A la tarde del dia siguiente, el Cerco reptaba ya siete kilómetros. En su corral no sólo rumiaba el Huiska:
mugía también el cerro Huancacala.
Los ranqueños son de pocas palabras. No dijeron nada, pero un aletazo les maltrató el rostro. En la plaza, se encontraron con otra noticia: las cuadrillas no pertenecían al Gobierno. 
Se rieron. No debimos reírnos. En lugar de untarnos la boca con tontas palabras, debimos acometer al Cerco, matarlo y pisotearlo en la cuna. Semanas después, cuando el Gran Pánico apretó las mandíbulas, alguien reconoció que durmieron. El Cerco infectaba todo el departamento.
Descendiendo el Huancacala se tropieza con la infranqueable corriente del rio Yuracancha. 
-La corriente del Yuracancha es demasiado fuerte. El Cerco se parará allí ! 
se anunció a las nueve de la mañana, y a las once nos dejo con la boca abierta: el Cerco había saltado el Yuracancha.

“Ese atardecer, ese hipócrita atardecer, sobraron palabras. Rancas comenzó a murmurar.
¿Qué ambicionaba el Cerco? ¿Qué destino ocultaba? ¿Quién ordenaba esa separación? ¿Quién era el dueño de ese alambrado? ¿De dónde venía? Una sombra que no era el anochecer tostó las caras maltratadas. La pampa es de los caminantes. En la pampa nunca se conocieron cercos. 
Había que solicitar una explicación a las cuadrillas. Sombrero en mano, se adelantó. Hombres con escopetas lo detuvieron.
—No hay paso.
—Señores, yo soy el Personero Legítimo de Rancas. ¿Con quién tengo el gusto?
—No hay paso.
—Me permito decirles, señores, que ustedes están en tierras de la comunidad de Rancas. Nosotros quisiéramos…
—No hay orden de informar. ¡Lárguese!”

Ni desde las lomas se avizoraba el fin del alambrado. Avanzaba y avanzaba. Cerros, pastos, puquios, cuevas, lagunas, todo lo engullía. 
Devoró el cerro Chuco. El Cerco cortó la planicie. 
Ya nadie se burlaba del Cerco. El miedo espolvoreaba cuervos. Aún así, la gente mantenía una lucecita encendida: más allá del cerro Chuco sólo existe el Estanque de la Gaviota, un mediodía el Cerco encerró la Laguna de la Gaviota y se disipó en el horizonte.

En una de las paredes del cementerio, un jueves, la noche parió al Cerco. Ante mis ojos, el Cerco rodeo el cementerio y descendió a la carretera. En el borde de la carretera, el Cerco se detuvo, meditó una hora y se dividió en dos. El Cerco reptó tres kilómetros y enfiló hacia las oscuras tierras de Cafepampa.

—Oiga usted, en el camino ha nacido un Cerco muy raro.
—Si agarro a esos cabrones, los capo.
—La carretera camina entre dos alambres sospechosos. ¿Qué le parece el Cerco? ¿No sería bueno tocar una campanada y reunir a la gente?
—Serán ingenieros.
—¿Cuándo los caminos tuvieron cerco? Un cerco es un cerco; un cerco significa un dueño.

El Cerco engullía. Así nació el cabrón, un día lluvioso, a las siete de la mañana. A las seis de la tarde tenía una edad de cinco kilómetros. Pernoctó y al día siguiente corrió y allí celebró sus diez kilómetros. ¿Conocen los cinco manantiales? Para el que llega, beberla es un regalo. Para el que parte, es una dulzura recordarla. Ya nadie pudo encariñarse con esos manantiales.
El Cerco cumplió otros cinco kilómetros. Al dia siguiente atravesó los lavaderos de oro, allí pernoctó el Cerco: al alba reptó hacia el cañón por donde fuga la carretera. Dos infranqueables montes vigilan el desfiladero: el rojizo Pucamina y el enlutado Yantacaca, inaccesibles para los mismos pájaros.
Al día suguiente, el Cerco derrotó a los pájaros

Nueve cerros, cincuenta pastizales, cinco lagunas, catorce puquios, once cuevas, tres ríos tan caudalosos que no se hielan ni en invierno, cinco pueblos, cinco camposantos, engulló el Cerco en quince días.
Bruscamente, el Cerco sacó la cabeza donde dormitan dos lagunas, dos aguas solitarias frecuentadas únicamente por patos salvajes. Entre las dos lagunas emergió el Cerco. 
Y luego el Cerco deglutía una nueva pampa. Esa noche se hospedó allí. Al día siguiente trepó y encerró a cuarenta familias. Hombres y mujeres impedidos de salir de sus casas, para salir sólo se les ofrecía el tosco camino de los nevados. el Cerco subió una cuesta y encerró otras dieciocho familias. Ese atardecer se detuvo, y había encerrado a otras treinta familias.

Un mediodía el Cerco se aproximó a otro poblado, sus habitantes salieron, temblando, con palas y piedras para enfrentarse. Pero a doscientos metros del pueblo, el Cerco les volvió la espalda, torció y se extravió desdeñosamente en la pampa.

—El Cerco tiene más de cien kilómetros.
—¿Quién es el dueño? 
—Es la ¨Compañía¨.
—¿Y dónde termina? 
—No termina; quieren cercar el mundo.

Ahora sí los encerraban. El cielo se amargó. Comprendieron que si no intentaban algo, nunca se libertarían del alambrado. Seca la boca, rebuscó debajo del poncho, con manos sudorosas, su honda de ganado. Miró el cielo desdeñoso, los indiferentes quepis de los guardias, los picos trabajando, las casas debilitadas por la palidez, los buitres próximos…


—¿A qué se debe la visita, mi alférez?
—Hay orden de desalojo. Ustedes han invadido propiedad ajena. Tenemos orden de desalojarlos. ¡Se van! ¡Ahora mismo se van!
—Nosotros no podemos desalojar esta tierra, mi alférez. Nosotros somos de aquí. Nosotros no hemos invadido nada. Otros nos invaden…
—Tienen diez minutos para desalojar.
El uniforme se volvió a la fila grisácea.
—Es «la compañia» quien invade, mi alférez. Los gringos nos cercan y nos persiguen como a ratas. La tierra no es de ellos. Yo sé bien la historia de «La Compañia». ¿O acaso trajeron la tierra al hombro?
—Faltan nueve minutos.
—En estos lugares nunca se conocieron cercos, mi alférez. Nosotros nunca supimos lo que era un muro. Desde nuestros abuelos, y aun antes, las tierras eran de todos. Ni alambrados, ni cercos, ni candados conocimos hasta que llegaron los gringos de mierda. Ellos introdujeron los candados. No sólo los candados. Ellos…
—Faltan cinco minutos —murmuró el galón. 
—¿Por qué atacan? ¡Ustedes no respetan ni padre ni madre! —rezongó—. Ustedes no saben lo que es ganarse la vida. Ustedes nunca han agarrado una azada, nunca han abierto un surco…
—Faltan cuatro minutos.
—No para abusar. Para protegernos el Gobierno les paga, señores. Nosotros no faltamos a nadie. Ni siquiera faltamos al uniforme. — «Ése no es el uniforme de la patria». Se agarró su chaqueta: «¡Estas hilachas son el verdadero uniforme, estos trapos…!».
—Faltan dos minutos.
—Nos consideran bestias. Ni nos hablan. Si nos quejamos, no nos ven; si protestamos… 
El alférez sacó lentamente su revólver.
—Ya no falta nada —dijo y disparó.
Una universal debilidad destituyó a la rabia. Sintió que el cielo se desfondaba. Para defenderse de las nubes alzó los brazos. Se abrió la tierra. Intentó agarrarse de las hierbas, de la orilla de la vertiginosa oscuridad, pero sus dedos no obedecieron y rodó, rebotando, hasta el fondo de la tierra.

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